La pandemia está cambiando la forma de relacionarnos con familiares y amigos, nuestro puesto de trabajo, la manera de comprar, cómo accedemos al entretenimiento, etc. Y también está modificando nuestra interacción con la Administración.
Si atendemos a los datos del último ‘Índice de Economía y Sociedad Digital’ (DESI), vemos que nuestro país se sitúa en el séptimo puesto de la Unión Europea en el ámbito de los servicios públicos digitales, con 80,7 puntos, muy por encima de la media comunitaria (68,1 puntos). Según dicho estudio, el 67% de los internautas españoles son usuarios de la administración electrónica.
El primer paso para poder operar con la Administración de manera telemática es contar con algún documento o sistema de identificación digital. Por ejemplo, en nuestro país podemos acceder a estos servicios mediante eDNI, certificado electrónico, Cl@ve PIN o Cl@ve Firma.
El uso de la administración electrónica ha incrementado considerablemente en los últimos años. En primer lugar, porque la Administración está dando prioridad a la tramitación telemática, ofreciendo sistemas de autoservicio para los ciudadanos y las empresas. Pero el aldabonazo definitivo ha llegado con la pandemia, que obligó a acelerar la transformación digital para poder seguir operando con el confinamiento y las restricciones de movilidad.
Estas circunstancias están impulsando el uso de documentos de identidad digital. Según el informe ‘Digital Identity: Key Opportunities, Regulatory Landscape & Market Forecasts 2022-2026’, elaborado por Juniper Research, la cantidad de usuarios de documentos de identidad digital en el mundo superará los 6.500 millones en 2026, frente a los 4.200 millones con los que concluirá este año, lo que supone un crecimiento del 54,8%.
El estudio detalla que las cédulas de identidad digitales, tarjetas físicas en las que se carga la información, serán utilizadas por más de 4.000 millones de personas en todo el mundo en 2026, con un crecimiento del 60% en el próximo lustro (2.500 millones en 2022).
“Las tarjetas de identidad digital han sido controvertidas en algunos países, debido a problemas de privacidad, pero son un mecanismo bien establecido para digitalizar las prácticas de identidad. Si el acceso de terceros se rige correctamente, las tarjetas de identidad pueden estar en el centro del mercado de la identidad digital, pero deben estar respaldadas por procesos sólidos”, afirma Damla Sat, coautora de la investigación.
En este sentido, la investigación insiste en la importancia de la verificación. Juniper remarca que los gobiernos que emiten documentos de identidad digital deben trabajar con proveedores de verificación que ofrezcan una variedad de escenarios de verificación diferentes en todos los casos de uso con el fin de evitar el fraude, debido al alto riesgo que comporta la suplantación de identidad a través de estos medios.
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