El pasado martes informábamos de que varias empresas -incluyendo Apple, Samsung y Sony– habían sido acusadas por Amnistía Internacional de no asegurarse de que las baterías de sus dispositivos no contienen cobalto extraído por trabajadores menores de edad en las minas africanas. ¿Qué sucede realmente con la extracción de este mineral clave en las baterías de nuestros smartphones?
Amnistía Internacional lo explica en un demoledor informe, Human rights abuses in the Democratic Republic of the Congo power the global trade in cobalt, en el que denuncia el trabajo infantil que hay detrás de las baterías de los teléfonos inteligentes y los coches eléctricos.
El informe documenta cómo los comerciantes compran cobalto procedente de áreas de la República Democrática del Congo donde el trabajo infantil es moneda corriente y lo venden a Congo Dongfang Mining (CDM), una filial del gigante minero chino Zhejiang Huayou Cobalt Ltd.
La investigación de Amnistía Internacional utiliza documentos de los inversores para mostrar cómo Huayou Cobalt y su filial CDM procesan el cobalto antes de venderlo a tres fabricantes de componentes de baterías: Ningbo Shanshan y Tianjin Bamo, de China, y L&F Materials de Corea del Sur. A su vez, estos los venden a fabricantes de baterías que proveen a empresas de tecnología y automoción, como Apple, Microsoft, Samsung, Sony, Daimler y Volkswagen.
La ONG contactó con 16 multinacionales que figuraban como clientes de los fabricantes de baterías que se abastecen con el mineral procesado por Huayou Cobalt. Una empresa admitió la conexión, mientras que cuatro no pudieron decir con certeza si estaban comprando cobalto de Huayou Cobalt o procedente del Congo.
Seis compañías aseguraron que estaban investigando esa posibilidad y otras cinco negaron comprar cobalto de Huayou Cobalt, a pesar de que figuran como clientes en los documentos de los fabricantes de baterías. Finalmente, dos multinacionales negaron usar cobalto extraído en el Congo. Pero ninguna de las 16 empresas proporcionó detalles suficientes para verificar de forma independiente la procedencia del cobalto empleado en sus productos.
El informe de AI traza la venta de cobalto, utilizado en las baterías de iones de litio, procedente de las minas de la República Democrática del Congo, donde niños de hasta 7 años y adultos trabajan en condiciones peligrosas. Este país produce por lo menos el 50% del cobalto del mundo. Uno de los procesadores de minerales más grandes del país es CDM. Su matriz, Huayou Cobalt, obtiene más del 40% de su cobalto del Congo.
Los mineros que trabajan en zonas de las que CDM compra el cobalto sufren un alto riesgo de accidentes mortales y daños a la salud a largo plazo. Al menos 80 mineros murieron bajo tierra en el sur del Congo solo entre septiembre de 2014 y diciembre de 2015. La cifra real es desconocida, ya que muchos accidentes no se registran y los cuerpos se dejan enterrados entre los escombros.
Los investigadores de Amnistía Internacional también descubrieron que la gran mayoría de estos mineros pasan largas horas trabajando con cobalto -un mineral tóxico por inhalación o contacto- sin equipos básicos de protección, como guantes, ropa de trabajo o mascarillas para protegerse de enfermedades del pulmón o la piel.
Los 17 niños entrevistados por AI señalaron que trabajan hasta 12 horas al día en las minas, transportando cargas pesadas, a cambio de entre 1 y 2 dólares al día. En 2014, aproximadamente 40.000 niños trabajaban en las minas del sur de la República Democrática del Congo, muchos de ellos en la minería de cobalto, según Unicef.
“Los escaparates glamourosos y la comercialización de las tecnologías más avanzadas suponen un claro contraste con los niños que llevan bolsas de rocas y los mineros que trabajan en estrechos túneles artificiales y se arriesgan a un daño pulmonar permanente”, señala Mark Dummett, investigador de Empresas y Derechos Humanos de Amnistía Internacional.
La organización denuncia con este informe que las empresas están fallando a la hora de hacer frente a las vulneraciones de los derechos humanos que surgen en su cadena de suministro de cobalto. Un negocio que le reportó solo a Huayou Cobalt 90 millones de dólares en 2013.
A ello contribuye que hoy en día no existe una regulación del mercado mundial de cobalto. Este no figura en las listas de “minerales de conflicto”, que cubren el oro, coltán, tantalio, estaño y tungsteno extraídos en la República Democrática del Congo.
“Sin leyes que obliguen a las empresas a comprobar y divulgar información acerca del origen y proveedores de sus minerales, pueden seguir beneficiándose de abusos contra los derechos humanos. Los gobiernos deben poner fin a esta falta de transparencia, que permite a las empresas beneficiarse de la miseria”, denuncia Dummett, quien duda de la política de tolerancia cero con el trabajo infantil de muchas multinacionales. “Esta promesa no vale ni el papel en que está escrita cuando las empresas no están investigando a sus proveedores. Su afirmación simplemente no es creíble”, critica el integrante de AI.
Por todo ello, Amnistía Internacional y Afrewatch, que ha colaborado en el informe, hacen un llamamiento a las compañías que utilizan baterías de iones de litio en sus productos para realizar investigar con la debida diligencia si el cobalto de estas baterías se extrae en condiciones peligrosas o mediante trabajo infantil, y a ser más transparentes sobre sus proveedores.
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