Hace algo más de un año teníamos la oportunidad de entrevistar a Óscar Hormigos, CEO de Wake App y The App Date, con motivo de la entrega del premio The App Date Award. Entonces la cita mensual para desarrolladores solo se había celebrado en cuatro o cinco ocasiones y las apps no suscitaban demasiado interés para los medios generalistas. Tampoco los tecnológicos les daban entonces más importancia que a cualquier otro software para escritorio o en la nube. De hecho, fuimos uno de los dos medios que acudía a la convocatoria de prensa a conocer a las aplicaciones premiadas por el certamen de The App Date.
Entonces Óscar nos comentaba cómo se estaba empezando a dar una ‘fiebre del oro’ a nivel de las empresas, con muchas compañías que afirmaban desarrollar aplicaciones para no perder el carro y por decir que “estaban ahí”, pero con muy poco conocimiento real sobre cómo hacerlas. El boom de plataformas como Android había cogido a muchos mirando hacia otro lado y nuestro mercado no parecía entonces preparado para absorber la demanda. Los desarrolladores tenían muy buenas ideas, pero les faltaba el know-how. Un año y pico después así son las cosas:
-En marzo de 2011 nos comentabas que al negocio le faltaba madurez y que en el mundo de las aplicaciones se estaba produciendo toda una ‘fiebre del oro’. Creo que la pregunta obligada es: ¿Cómo ha evolucionado el sector en este tiempo en nuestro país?
– El caos se ha ido ordenando. Hemos identificado qué es lo que hacía cada uno en este mundillo. Hemos avanzado en la creación de aplicaciones, porque antes todos hacían de todo. Hay empresas que se han comenzado a especializar. De hecho, podemos decir que ha sido el año del marketing y la comunicación. El primer gran error es gastarse todos los recursos en la producción de una aplicación. La fase más difícil es dar a conocerla, comunicarla, tener un plan. Ahora hay empresas que te ayudan a eso. Ya no solo se ofrece el desarrollo, sino también el marketing. También están apareciendo compañías orientadas analítica que permiten saber más sobre nuestras apps, quiénes las usan, cuándo, cómo, con qué frecuencia. Ahí tenemos el caso de Mobivery.
– ¿Podemos decir entonces que el mercado español ya está preparado para absorber toda esa demanda de desarrollo y creación de apps? ¿Ahora todo el mundo sí que hace aplicaciones o sigue habiendo muchos vendedores de humo?
– Podemos decir que estamos preparados para la primera fase, la de desarrollar aplicaciones. Pero para la siguiente, la de saber comunicar, aún no. Empieza a haber compañías como Mobext, de Havas Digital, centradas en ello, pero todavía estamos aprendiendo a hacer marketing de aplicaciones, a posicionar. Ahora la gente comienza a distinguir qué tipo de empresas prestan cada servicio.
– ¿Se han puesto las pilas las empresas de desarrollo y los desarrolladores españoles en este tiempo?
– Los desarrolladores han aprendido, han crecido y han producido. Han entendido los procesos y el timing. Ya hay gente que ha cogido experiencia en este año.
– ¿Se ha abandonado totalmente esa idea de que las aplicaciones debían ceñirse a trasladar el modelo de la experiencia web a lo móvil?
– Sigo viendo muchas ideas que están ancladas en el navegador. Hay cosas que cuesta romper y en muchos casos lo de crear apps solo se sigue concibiendo como una manera más de trasladar cosas físicas a lo digital. Aún no se está sacando partido a cada dispositivo como soporte. Falta un pensamiento nativo para aprovechar cada smartphone, software o TV. Es tan fácil como pensar que estos dispositivos cuentan con otras ventajas y otros datos tuyos que se pueden explotar. Como ejemplo, tenemos a Jorge Drexler o Njork. Han entendido muy bien el paradigma de la música, pero son casos muy contados. El artista tiene que entender desde el origen que es otro soporte. Pero dar el salto es complicado. Es más fácil trabajar como siempre se ha hecho.
– ¿Podemos afirmar también que en nuestro país se ha dejado atrás esa idea de que las apps son solo algo lúdico o de juego?
– La gente que entra empieza por ahí, pero los que ya llevan un tiempo en el mundillo avanzan más. Cuanto más madurez profesional tiene un desarrollador más cosas quiere hacer. Hay industrias donde esto se ve muy bien, como en la medicina/salud y la educación. Las empresas de aplicaciones están abriendo el campo para mirar hacia más nichos . La revolución de las apps pasa por encontrar herramientas específicas. Tenemos un formato estupendo para hacerlo, ya que las aplicaciones no son, por ejemplo, como una web, sino que cada app es un mundo acotado que te permite realizar funciones concretas.
– A un mes de la celebración de The App Fest, el primer congreso de aplicaciones en España, ¿qué saber de boca tenéis?
– La verdad es que salimos con muy buenas impresiones después de The App Fest. Ha superado nuestras expectativas. Pensábamos que este primer año iba a costar mucho, pero hemos visto mucho interés de los medios de comunicación, con 180 medios acreditados. El objetivo de divilgación que perseguíamos lo hemos cumplido con creces. También queríamos generar experiencias y por eso contamos con Improva. Era jugársela. Nos podía haber ido mal, pero funcionaron muy bien las cosas como las transiciones entre ponentes, la música o los dibujos hechos en directo. Esto nos ha demostrado que las apps son para todos y para cualquiera, porque ha habido mucho público con distintos perfiles. El mundo de las aplicaciones ha abierto el abanico tanto que cabe cualquiera como usuario.
– ¿Qué opinión te merecen las webapps y todo el trabajo que se está haciendo sobre HTML5 a través de empresas como Mozilla, Telefónica o la propia Facebook? ¿Crees que puede ser una vía para reducir la fragmentación y unificar la experiencia de las apps en todos los dispositivos para usuarios y desarrolladores?
– Creo que va a haber sitio para ambas propuestas: webapps en HTML5 y apps nativas para cada dispositivo. No pienso que vayan a matar a las segundas, sino que se dará una convivencia. Para algunas cosas el HTML5 es la solución perfecta. Para algunos no tiene sentido construir apps nativas para cada plataforma, como es el caso de las pymes. Puede ser una solución para que mucha gente se acerque a este mercado. Sin embargo, también seguirá habiendo mucho hueco para sacarle partido a cada dispositivo.
– Por último, ¿Cómo vislumbras el futuro de las apps en dos años? ¿Y en cinco?
– En los próximos dos años la burbuja seguirá creciendo. Habrá nuevos avances en dispositivos y las apps se irán metiendo en las Smart TV cada vez más. Además, habrá una vuelta al desktop con Windows 8. El ordenador se parecerá cada vez más al móvil, con su propia tienda de aplicaciones para PC.
En cinco años ya habrá mucha gente con experiencia en el tema de uso, ya no seremos tan novatos en utilizar aplicaciones. Sobrevivirán las apps que hayan encontrado un sitio en la vida de la gente. Las apps saltarán a otros dispositivos como algo general. Me refiero al Internet de las cosas: muchos electrodomésticos y appliances empezarán a incorporarlas. También se habrán extendido ya en el mundo de los coches.
Otra de las tendencias será la comunicación entre distintas pantallas y dispositivos, algo que Microsoft va a empezar a hacer con Smart Glass. Habrá móviles que manejen teles, tablets que sirvan para controlar frigoríficos, etc.
#La entrevista con Óscar Hormigos que realizamos en 2011 está disponible a continuación
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