Su creador, el ingeniero Kevin Halsall, se puso a trabajar en esta silla para facilitar la movilidad de un amigo suyo que se había quedado parapléjico tras un accidente.
La principal característica de la silla de ruedas Ogo es que no necesita las manos de su usuario para poder circular y basta con ir direccionando el peso del cuerpo hacia el lugar donde se quiera ir, ofreciendo una mayor libertad de movimiento y de interacción al dejar libres las manos. También tiene un joystick para moverla con mayor precisión, y unas asas en los laterales para que las personas sin control sobre sus abdominales puedan inclinarse hacia los lados para utilizarla, y un freno de mano.
La silla funciona con batería de litio y tiene una autonomía de hasta 40 kilómetros, cuenta con una velocidad regulable y se puede inclinar hasta 30 grados.
De esta forma, según el inventor, la silla permite al usuario “sentirse útil y no tener que depender de los demás”, además de proveer una mejora significativa en la capacidad de interacción, algo importante al tratarse de personas con movilidad reducida.
Ogo está en fase de preproducción, y Halsall dice que aún es pronto para poder fijar un precio, pero su deseo es que sea lo más económica posible pues la finalidad es la de poder ayudar a quién lo necesita.
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