La ciudad de Pittsburgh (Pensilvania, EE.UU.) acogió la primera reunión del Consejo de Comercio y Tecnología (TTC, por sus siglas en inglés), que tuvo lugar el 29 de septiembre.
“El TTC fue creado y acordado durante la cumbre EE.UU.-UE celebrada en Bruselas el 15 de junio de 2021, con el objetivo de coordinar los enfoques sobre cuestiones globales clave del comercio, la economía y la tecnología, e intensificar las relaciones comerciales y económicas transatlánticas sobre la base de valores democráticos compartidos”, explica Itziar Galindo, socia responsable del sector Tecnología de KPMG.
En la práctica, consta de 10 grupos de trabajo: cooperación en materia de normas tecnológicas —como inteligencia artificial (IA) e internet de las cosas (IoT), por ejemplo—; clima y tecnología verde; cadenas de suministro seguras —incluidos los semiconductores—; seguridad y competitividad de las TIC; gobernanza de datos y plataformas tecnológicas; el uso indebido de la tecnología que amenaza la seguridad y los derechos humanos; controles de las exportaciones; control de las inversiones; promoción del acceso de las pymes a las tecnologías digitales y de su utilización; y desafíos del comercio mundial.
En esta primera reunión se sentaron las bases que guiarán el diálogo en próximos encuentros. “Ambas partes suscribieron una declaración que recoge la agenda de trabajo y los ámbitos prioritarios de cooperación. Entre ellos están: acabar con las barreras comerciales para las tecnologías emergentes; desarrollar sistemas de IA y crear una política conjunta en el desarrollo ético de estos sistemas; fortalecer la seguridad de las cadenas de suministro, incluidos los ecosistemas de producción de semiconductores; fomentar el compromiso climático; abordar prácticas comerciales desleales; etc.”, detalla Galindo.
“El TTC está en su fase embrionaria. Su mera existencia ya es positiva, pues arroja un mensaje clave para Europa, y para España dentro de ésta: en un mundo tecnológico que magnifica la globalización, la fuerza de los países necesariamente está vinculada a su capacidad de colaborar y de sumar fuerzas con otros territorios. Dicho de otra manera: en un mundo donde hay plataformas digitales con miles de millones de usuarios, ningún país por sí solo, por grande que sea, puede ser una potencia tecnológica si no es en colaboración —o coopetición— con innovación procedente de otros lugares”, declara Víctor Calvo-Sotelo, director general de la asociación DigitalES.
Óscar Aguilera, CEO de Startgo Connection, afirma que este marco “ayudará al desarrollo del sector tecnológico de forma considerable y a mejorar las cadenas de suministro de este sector”. Así pues, consideras que “estas reuniones fortalecerán el desarrollo tecnológico de ambas zonas y permitirán el abastecimiento del sector industrial de forma continua, evitando momentos de escasez como en el actual”.
Y esto pasa por reducir la dependencia de Asia. Aguilera opina que uno de los principales objetivos es “volver a recuperar el control tecnológico cedido a China durante las últimas décadas”. “No debemos de olvidar que EE.UU. y la UE siempre han sido productores de semiconductores y chips, que ahora están en manos chinas, lo que ha provocado, ante la escasez, un fuerte golpe al sector tecnológico e industrial en ambas zonas”.
Asimismo, la experta de KPMG señala que “el objetivo que el sector tecnológico espera de estas reuniones es que, mediante la unión de fuerzas entre ambas potencias —un cuarto del comercio global y casi la mitad del PIB global—, se logre un enfoque común en cuestiones capitales que logre impulsar el crecimiento del sector haciendo frente a la pujante competencia de otras potencias, como China”.
No obstante, Calvo-Sotelo considera que el TTC “no ha de entenderse tanto como una reacción contra China, sino como un paso necesario, tanto de Europa como de EE.UU., hacia una mayor cooperación tecnológica internacional”.
Una de las maneras de recuperar el control de las cadenas de suministro pasa por reducir la dependencia de Asia en el ámbito de los semiconductores, con el fin de evitar crisis como la que vivimos actualmente.
“En estos momentos, posiblemente el aspecto que más urge, tanto a EE.UU. como a Europa, es procurar el fortalecimiento de las cadenas de suministro más críticas; en particular, los semiconductores. La Comisión Europea se ha marcado como objetivo duplicar su cuota de mercado en este ámbito para 2030, pasando del 10% actual al 20%. Una mayor colaboración comercial con EE.UU., sede de algunas de las compañías de este segmento, podría ayudar a alcanzar esa cota”, precisa el director general de DigitalES.
Al hilo de ello, Galindo recuerda que “en el ranking de fabricantes de semiconductores todavía no aparece ninguna compañía europea, en el que las primeras posiciones son para la estadounidense Intel, la coreana Samsung y la coreana TSMC”.
Aguilera cree que el TTC podría a ayudar a que la UE y EE.UU. “vuelvan a ser exportadores de semiconductores y nanotecnología, tan necesaria para el sector industrial”.
Otro de los aspectos candentes que tendrá que tratar el Consejo es cómo abordar la fiscalidad de las grandes empresas tecnológicas. Cabe recordar que el establecimiento de la denominada ‘tasa Google’ ha sido motivo de controversia entre EE.UU. y algunos países europeos, entre los que se encuentra España. De hecho, el gobierno estadounidense anunció la fijación de aranceles a la importación de varios productos como represalia, aunque quedaron suspendidos a la espera de un acuerdo global. Finalmente, los aranceles han sido retirados, tras alcanzarse un pacto mundial liderado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Galindo señala que habrá que trabajar en el “establecimiento de una regulación y fiscalidad claras para el sector que contribuya a la recuperación del desprestigio que en ocasiones sufre por temas como, por ejemplo, la baja tributación y deslocalización de beneficios”.
Asimismo, el responsable de DigitalES afirma que “uno de los grandes desafíos globales en la actualidad es cómo fiscalizar la generación de valor, cuando ésta ya no es física, sino líquida”. “Es importante que los negocios, independientemente de su actividad y tamaño, puedan competir entre sí en igualdad de condiciones, lo cual requiere replantear por completo la fiscalidad. Ahora bien, para que resulten efectivos, es necesario que los cambios se lleven a cabo con un mínimo acuerdo internacional. En este sentido, estamos muy esperanzados con los trabajos que se están llevando a cabo desde la OCDE”, comenta.
Galindo explica que el aumento de la cooperación en el ámbito digital será una de las claves del TTC. Uno de los ámbitos en los que habrá que trabajar conjuntamente es en el impulso y desarrollo de nuevas tecnologías emergentes. “Éste es uno de los puntos más relevantes para el sector en Europa, ya que se ha quedado rezagada en la competición mundial en tecnología porque en las últimas décadas ha dependido demasiado tanto de EE.UU. como de Asia. Sin embargo, la estrategia de la UE últimamente se está centrando en desarrollar su tecnología propia”.
Además, la experta de KPMG destaca la pujanza de las empresas europeas en el alojamiento de datos. En este sentido, recuerda que España está atrayendo a los inversores de los mayores data centers de Europa. “Actualmente, las localizaciones europeas preferidas son Fráncfort, Londres, Ámsterdam y París. España está cobrando protagonismo, debido al desarrollo de los cables submarinos intercontinentales, como el proyecto ‘Marea’ (conexión Virginia-Bilbao), ‘Ella Link’ (Brasil-Lisboa-Madrid) o el proyecto ‘Grace Hooper’ (Nueva York-Europa conectando con Bilbao)”, explica.
Igualmente, reseña que “se espera que se produzcan avances en materia de competencia tecnológica entre ambas potencias, para lo que las mismas han establecido un ‘diálogo conjunto’ que se centrará en la formulación de enfoques comunes y el refuerzo de la cooperación en materia de política de competencia y su aplicación en los sectores tecnológicos”.
El cambio climático se ha colocado en lo más alto de las agendas de gobiernos, empresas e instituciones. “Digitalización y sostenibilidad están llamadas a ir de la mano. Se trata de asegurar que el previsible aumento del tráfico de datos no conlleve un aumento en las emisiones contaminantes y, por otro lado, que el propio sector tecnológico ayude al resto de sectores productivos a ser más eficientes y sostenibles”, anota Calvo-Sotelo.
De este modo, augura “una mayor cooperación regulatoria con EE.UU. sobre bienes, servicios y tecnologías verdes clave, con el objetivo de evitar que los nuevos estándares tecnológicos de la nueva economía verde y el desarrollo tecnológico en esta área se conviertan en barreras”.
Galindo adelanta que el TTC también podría traer novedades en el ámbito de la ciberseguridad y la privacidad. En este sentido, considera que el Consejo servirá para definir actuaciones coordinadas entre ambas partes. En concreto, los acuerdos podrían girar en torno a “la racionalización de la utilización de los datos dentro de los grupos; el desarrollo, simplificación y clarificación de la transferencia internacional de datos a EE.UU. —en la que, por el momento, prima la seguridad por encima de la privacidad—; y quizás en el desarrollo de un estándar para compartir datos”.
Igualmente, el CEO de Startgo Connection opina que los acuerdos alcanzados en el seno del Consejo podrían ayudar a “proteger al usuario frente a las grandes empresas tecnológicas y su Big Data, mejorando totalmente su privacidad”.
La IA está llamada a revolucionarlo todo. Pero existen grandes inquietudes acerca del impacto que puede tener el desarrollo de esta tecnología. Aguilera opina que el TTC favorecerá “grandes inversiones en hacer el desarrollo de una IA totalmente ética, que a largo plazo nos ayude a mejorar la calidad de vida del ser humano, la eficiencia energética y la salud”. “Estos sistemas deben de ser totalmente innovadores y siempre respetando los derechos fundamentales del ser humano”, agrega.
Al hilo de ello, la experta de KPMG recuerda que “existe una propuesta de Reglamento de IA en la Unión Europea, haciendo hincapié en que el desarrollo de la IA debe centrarse en el ser humano y basarse en términos de confianza”.
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