En comparación, un reloj de pulsera convencional tiene una precisión de un segundo al día. El reloj será puesto en órbita para ser probado en la nave Giove-B dentro del proyecto de navegación por satélite europeo Galileo.
Gracias a esta precisión, se podrán registrar valores geográficos mucho más exactos. Por ejemplo, cada segundo de imprecisión, produce un error de localización de unos 300.000 kilómetros, en la distancia que separa la Tierra de la Luna.
De momento, el reloj se probará en el próximo lanzamiento del Giove-B desde el Baikonaur Cosmódromo de Kazakhstan. Si funciona, se incorporaría a los treinta satélites operativos de Galileo, permitiendo a los usuarios señalizar su localización con un error de sólo un metro, mucho mejor que los siete metros de error que ahora registra la tecnología GPS.
vINQulos
BBC
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