Hablamos de baterías a escala microscópica, integradas a modo de condensadores en la propia electrónica de los dispositivos en los que se monte. Evidentemente el tamaño es muy reducido y por tanto la capacidad de carga no es muy granre, al menos en estos estadios primitivos en que se encuentra actualmente el desarrollo de estas nanobaterías.
El siguiente paso es optimizar el funcionamiento y el rendimiento de este tipo de baterías para adaptar su funcionamiento a las limitaciones inherentes al reducido tamaño y la escasa carga que todavía son capaces de albergar. La forma de construirlas pasa por apilar capas microscópicas de electrodos de oro entre capas de poliestireno, rodeado todo ello de níquel. A continuación se van alternando estos ultracompactados ánodos con cátodos elaborados de forma similar hasta conformar estas baterías en un tamaño de 0,03 milímetros de grosor.
En cuanto a las pegas, la peor es que en cada ciclo de carga pierden un 5 % de su capacidad, con lo que tienen una vida muy limitada… por no hablar de que por el momento no resulta demasiado sencillo acometer el proceso de fabricarlas. Habrá que seguir esperando para que se perfeccionen.
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