No terminó del todo bien la negociación que mantuvieron antes del verano, como te informamos en su día aquí en The Inquirer, pero la historia de este proceso que ha culminado esta semana empezó bastante antes.
El comienzo de la historia se remonta a enero del presente año cuando Ballmer telefoneó a Risto Siilasmaa, presidente de Nokia, para citarle a hablar acerca del acuerdo conjunto entre sus compañías que databa de 2011. Ambos convinieron reunirse al mes siguiente en Barcelona, donde ambos acudirían con motivo del Mobile World Congress. En dicha reunión celebrada en el Hotel Rey Juan Carlos de la ciudad condal, Ballmer expresó su postura: podrían innovar de manera más rápida y efectiva en la dinámica industria móvil si hardware y software eran obra de una única empresa, Microsoft.
Se estableció un proceso de estudio de la operación que recibió el nombre en código de Proyecto Medalla de Oro, bautizando a las partes con nombres de famosos velocistas de las respectivas nacionalidades: Edwin Moses y Paavo Nurmi, aunque la “carrera” resultaría ser más que de velocidad, de obstácuos.
Estuvieron contrastando los pros y contras de su acuerdo, como el de duplicar los esfuerzos en marketing con campañas diferentes para el mismo producto. Nokia estaba perdiendo posiciones en el mercado y su acuerdo con Microsoft podía revisarse (y llegar a cancelarse) en 2014, lo que probablemente hubiera significado abandonar Windows y adoptar Android, algo que como ya te contamos en enero es una posibilidad contemplada por los finlandeses. Por su parte en Microsoft también valoraron adquirir BlackBerry o HTC, dos empresas de móviles que pasan por importantes dificultades, incluso una de ellas ya tiene fecha para cambiar de manos.
Una curiosidad hasta cierto punto divertida tiene que ver con un incidente ocurrido durante otra fase de la negociación, con ambas partes reunidas en Londres. Tras haber efectuado Nokia una contraoferta, Steve Ballmer caminaba por un pasillo cercano a la sala donde estaban aguardando respuesta los finlandeses y no advirtió la presencia de una mesa de café, enfrascado en el análisis de unos documentos. Ballmer tropezó y terminó en el suelo dándose un importante golpe que le provocó una copiosa hemorragia al sufrir una herida en la ceja. El CEO de Microsoft lanzó una imprecación que pudo ser escuchada por los directivos de Nokia, que al no poder ver lo sucedido creyeron que Ballmer, irritado por la contraoferta, había golpeado violentamente una mesa y lanzado un exhabrupto por su indignación.
Nokia argumentaba que no tenía sentido concretar cantidades cuando consideraba que en Microsoft no tenían en cuenta adecuadamente partes del negocio de la empresa finlandesa que ni siquiera eran capaces de entender.
Aquel encuentro tampoco fue fructífero y aún hubo de celebrarse otro, en junio, en una mansión propiedad de Nokia que en tiempos perteneció al ejército ruso, cerca de Helsinki. Además de conversar sobre las recientes (entonces) revelaciones concernientes a PRISM hechas por Edward Snowden, la conclusión esta vez fue que Nokia declinaba definitivamente cualquier oferta de adquisición por parte de Microsoft y que tampoco estaba interesada en colaborar con los estadounidenses en el lanzamiento de su plataforma para navegación GPS Here, algo que sí atraía a Microsoft. Los finlandeses eran conscientes de que Here podría ser una de sus bazas más importantes para mantener una presencia importante en el mercado.
En julio el objeto de la siguiente reunión que tuvo lugar en Nueva York estaba centrado en Here y la colaboración en dicha plataforma. Gradualmente el huelo se fue rompiendo, se alcanzaron principios de acuerdo relativos al software y la implementación en automóviles de la navegación GPS con el mismo y gradualmente se fue encontrando una serie de principios en los que ambas empresas estaban de acuerdo.
Microsoft exponía que Nokia podía retener la propiedad intelectual sobre el sistema de navegación Here y cederles a ellos su uso permitiéndoles incluso poder efectuar modificaciones en el software. Los expertos de Nokia dieron el visto bueno y comenzó el acercamiento a una postura que satisfacía a ambas partes.
Se fue ampliando gradualmente la materia hasta encontrar el punto en común y casi milagrosamente el trato quedó pendiente tan solo de una última cita: el 3 de septiembre a las 6 am en Helsinki Risto Siilasmaa, presidente de Nokia, y Steve Ballmer, CEO de Microsoft, sellaron con un apretón de manos la venta de la división de móviles de Nokia a Microsoft.
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