Niños programadores: ¿necesidad o capricho?
Varias iniciativas defienden la necesidad de que los niños aprendan programación informática desde muy pequeños. ¿Deberían estos conocimientos ser obligatorios?
“Todo el mundo debería aprender a programar, porque programar te enseña a pensar”. Con esta cita de Steve Jobs comenzaba un vídeo publicado por Code.org a finales del mes de febrero en el que gente como Bill Gates, Mark Zuckerberg o Jack Dorsey contaban cómo habían empezado a programar y por qué más gente, sobre todo niños, deberían animarse a hacerlo. “Es lo más cercano a tener superpoderes”, dice Drew Houston. El mensaje estaba claro y el debate no tardó en comenzar en todas partes: ¿deberían los niños aprender a programar?
El vídeo de Code.org, una organización sin ánimo de lucro dedicada precisamente a difundir la necesidad (y proporcionar herramientas) de una mayor “alfabetización” en materia de programación informática, mantiene dos discursos paralelos: por un lado, defiende dirigiéndose a los niños que programar es divertido y que, si bien puede parecer algo intimidante al principio, enseguida se le coge el truco y se puede hacer cualquier cosa. El otro mensaje es el económico: en plena época de crisis, un millón de “los mejores puestos de trabajo” de Estados Unidos podrían quedarse sin cubrir porque solo uno de cada diez colegios enseñan programación.
Mark Zuckerberg utiliza el mismo argumento, indicando que uno de los límites de crecimiento que tiene el sistema es que simplemente todavía no hay suficientes ingenieros con los conocimientos adecuados de programación para rellenar todos esos puestos de trabajo. Y son trabajos, como deja claro el vídeo, muy “cool”, llenos de ventajas y beneficios. Esos trabajos que cualquiera querría tener. ¿Cómo lograrlo? Aprendiendo a programar, niños. El mensaje ha sido lanzado.
Pero ¿qué posibilidades reales de aprender a programar tienen los niños? ¿pueden aprender en el colegio? ¿hay escuelas especializadas? ¿a qué edad deberían empezar? Las preguntas se amontonan y comienza el debate serio y la exploración de las iniciativas que ya existen en todo el mundo. Cada vez hay más herramientas destinadas a enseñar a niños los principios de la programación, empresas que organizan cursos en colegios y lugares insospechados, como Estonia, que de pronto se han convertido en el lugar al que todo el mundo mira para ver si es posible introducir estos programas en el currículo escolar y cómo funcionan.
Parece que el mensaje de Steve Jobs y todos los famosos del vídeo de Code.org (no solo gente relacionada con las TIC, también hay músicos y jugadores de baloncesto) empieza poco a poco a calar.