Con picos de 500 millones de dólares en transacciones diarias, inventar una moneda virtual de tanto éxito no es algo que suceda a menudo y además tampoco es algo que relacionemos con un modesto habitante del valle de San Rafael en California, de vida discreta en la que nada parece indicar que sea el afortunado poseedor de 400 millones de dólares en Bitcoins, la divisa digital que él mismo ha creado.
Una periodista de Newsweek, Leah McGrath Goodman, se propuso averiguar si realmente Satoshi Nakamoto era el creador del Bitcoin y su primera sorpresa fue que cuando por fin localizó su casa y llamó a su puerta la reacción del señor Nakamoto fue avisar directamente a la policía. Cuando estos llegaron la periodista preguntó a los agentes por la razón de su intervención dado que ella sólo quería hacer unas preguntas, y la respuesta fue “el señor Nakamoto cree que contestar a sus preguntas puede ocasionarle problemas”.
Mientras la cuestión se solucionaba y ante la sorpresa de los propios agentes de que ese señor de apariencia tan normal fuese el creador del Bitcoin, Nakamoto se limitó a comentar que ya no tenía nada que ver con ese tema y que “otras personas están ahora a cargo“. Y Nakamoto, un afable americano de origen japonés de 64 años de edad, regresó al interior de su casa a cultivar lo que parece ser su gran afición, las maquetas de trenes.
McGrath Goodman llevaba dos meses investigando esta cuestión, descartando otros seis ciudadanos de Estados Unidos cuyo nombre coincidía, incluso uno que en LinkedIn proclamaba ser él el inventor del Bitcoin, pero este pacífico habitante de California, cuya familila al parecer no estaba al corriente de su invención, es el que parece ajustarse a todas las peculiaridades del perfil.
La periodista investigó concienzudamente el entorno de Nakamoto e incluso llegó a intercambiar correos electrónicos con él y alguno de sus familiares, pero en cuanto abordó la cuestión del Bitcoin la comunicación quedó unilateralmente suspendida.
De hecho tal es el grado de interés por el anonimato de Nakamoto que según relata Gavin Adresen, jefe científico de Bitcoin, jamás llegó a escuchar su voz pues sólo se comunicaban mediante email y mensajes en el foro Bitcointalk, a lo que añade que cuando comenzaron a desarrollar esta moneda virtual ni siquiera sabían con certeza si lo que estaban haciendo era legal, lo que también explicaría esta discreción y su interés en el anonimato a toda costa. De hecho jamás obtuvo ninguna información personal de Nakamoto, ni origen ni proyectos previos ni siquiera si se trataba de su nombre real o de un seudónimo. Sólo hablaban de código.
La relación entre ambos se rompió cuando en abril de 2011, cuando comenzaba a conocerse el Bitcoin y había quien lo contemplaba como un sistema potencialmente fraudulento de efectuar transacciones financieras opacas, Andresen le comunicó a Nakamoto que con el propósito de aclarar ese extremo iba a mantener una reunión con representantes de la CIA que se habían puesto en contacto con él. Nunca volvió a recibir respuesta de Nakamoto.
Nacido en 1949 en Beppu (Japón) es descendiente de samurais y su propio padre fue un monje budista. Llegó a Estados Unidos con 10 años y pronto destacó en matemáticas. Su primer empleo fue de técnico en comunicaciones electrónicas en la empresa aeronáutica Hughes Aircraft y se cuenta de él que en su entrevista de trabajo no solo dijo al entrevistador que era un idiota sino que además le demostró porqué.
En 1990 sufrió una serie de reveses que llevaron a Nakamoto a la ruina, perdiendo su casa por no poder afrontar los pagos de la hipoteca, lo que al parecer favoreció su falta de simpatía por los bancos y el sistema financiero e impositivo habitual. También habría influido su antes mencionada pasión por las maquetas ferroviarias pues durante años habría adquirido muchas de fabricantes británicos con una serie de gravosos pagos de impuestos, tasas y aranceles que también podrían haberle llevado a concebir un medio de pago como el Bitcoin, independiente de instituciones, entidades, administraciones…
Trabajó como ingeniero de seguridad en las telecomunicaciones de la Administración Aeronáutica Federal hasta 2001, y desde entonces no parece haber tenido un empleo fijo. Incluso se ha llegado a decir que en realidad la invención del Bitcoin ha sido un encargo de la Agencia de Seguridad Nacional o del Fondo Monetario Internacional.
Los especialistas, tras analizar el código original de Bitcoin, coinciden en concluir que se debe a una única persona y no a un equipo debido a los ocasionales fallos en el mismo, algo que de ser obra de un grupo quedaría corregido, pero además teniendo en cuenta la edad de quienes han intervenido en el desarrollo posterior del mismo y los 64 años de Nakamoto, se detecta presencia del así llamado “código de la vieja escuela”, propio de alguien que supera en al menos un par de décadas al resto de programadores. Esto incluye el uso de determinada tecnología que no se corresponde con el lenguaje actual de los propios programadores sino con términos desfasados.
El gran enigma, que habría quedado desvelado aunque algunos lo han puesto en duda, y de ahí el respaldo explícito de Newsweek al artículo de Leah McGrath Goodman, sólo se resolvería si Nakamoto vende alguna vez toda o parte de su fortuna en Bitcoins, puesto que en ese momento ese movimiento quedaría descubierto tanto por el FBI como por la administración de Hacienda estadounidense
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