Internet Explorer no esconde nada a la policía y otros investigadores que examinan los ordenadores para descubrir qué sitios ha visitado el usuario. Saben la colocación de la caché del navegador, los cookies y la historia y saben cómo leer estos archivos. Además, cuentan con herramientas forenses que les ayudan.
Pero la historia cambia con la llegada de navegadores alternativos como Firefox y Opera. Estos programas utilizan diferentes estructuras, archivos y nombres para los datos que se investigan y los archivos están en otra parte del disco duro, lo que puede causar problemas para los examinadores. Y lo que también es muy importante, las herramientas forenses no funcionan bien con estas alternativas a Internet Explorer.
Aunque por el momento Internet Explorer se mantiene como el navegador más utilizado, los otros están ganando terreno. El navegador de fuente abierta Firefox en particular ha sido capaz de restarle cuota de mercado al de Microsoft. Los datos de los navegadores web pueden ser importantes en investigaciones criminales porque estos programas mantienen el rastro de la actividad sospechosa.
Un reto específico con Firefox y Opera es identificar qué dirección web ha sido escrita manualmente frente a las que se accede a través de un enlace. Esta distinción puede ser importante en los casos en que un sospechoso afirma no haber tenido intenciones de visitar un sitio web, sino que accidentalmente pinchó sobre un enlace que le llevó a ese site automáticamente.
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