Un futuro con una experiencia mejorada… y de pago
¿Cuál es el futuro de los MOOCs? ¿Seguirán siendo lo que son o tendrán que evolucionar hacia algo más sostenible? ¿Podrán convivir los modelos gratuitos con los de pago? ¿Desaparecerá el interés por parte de los alumnos si de pronto hay que pagar? En general dos cosas parecen estar claras: para poder sobrevivir, los MOOCs tienen que empezar a monetizarse. Y, para esto, empezar a cobrar a los alumnos (y dejar de ser, por lo tanto, MOOCs) parece inevitable.
“Los MOOCs y las plataformas colaborativas tenderán a unirse hacia un modelo que permita la rentabilización de los contenidos”, explica Miguel Caballero, de Tutellus, contando su propia experiencia con la plataforma. Se va hacia “modelos de pago por acceso y a certificados y acreditaciones oficiales”. Además, apunta que a medio plazo, en cosa de un año, “los MOOCs tratarán temáticas relacionadas con el mercado laboral, buscando una alineación con la demanda y con los usuarios”.
El futuro pasa también por mejorar las plataformas en sí mismas, que, como explica Kloos, “están todavía en su infancia”. Además, asegura que “en el futuro veremos una evolución muy interesante según los MOOCs vayan madurando e incorporando nuevos elementos”. Serán tanto como “complemento a cursos presenciales (como evolución de los libros de texto), como como oferta global, posiblemente complementada con otros elementos adicionales como grupos de estudio locales”. En cuanto a las limitaciones prácticas de un curso online, se está investigando cómo superarlas y ya se está trabajando “en el acceso remoto a laboratorios reales”.
Después está el tema del valor de los cursos sobre el papel. ¿Sirve de algo un certificado de un MOOC, más allá de lo nominal? Marta del Pino, que con Universia está llevando el proyecto Miríada X, tiene claro que “la ordenación académica” es sin duda uno de los grandes retos de futuro de los MOOCs. “El poder ser incluidos dentro del sistema, siempre sin perjudicarle”, explica.
Los MOOCs son, en definitiva, una revolución todavía en desarrollo. Quizá el resultado final no sea tan utópico como lo que se creía al inicio del hype, pero siempre que las opciones gratuitas sigan existiendo (y siempre que estén al mismo nivel académico que las de pago), seguirá avanzando una de las grandes aportaciones de Internet a la humanidad: la democratización del acceso al conocimiento.
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