El informe refleja las deplorables condiciones de trabajo de una fábrica de plásticos y electrónica de la ciudad china de Dongguan City. Los trabajadores se sientan en taburetes de madera siete días a la semana en turnos de doce horas, con horas extraordinarias obligatorias. Si tienen dos días al mes libres ya se pueden dar por contentos.
Mientras están en la línea de producción no pueden levantar la mano ni la cabeza, ni hablar o escuchar música, siendo vigilados por guardias que fomentan el chivatazo de cualquier infracción a estas normas. El que rompe las reglas es castigado con encierros en la fábrica por cuatro días a la semana, durmiendo en hacinados dormitorios. El salario de 41 centavos de dólar por hora a duras penas alcanza para subsistir.
Ante este panorama vergonzoso que afecta directa o indirectamente a proveedores de grandes tecnológicas como IBM, HP, Microsoft, Dell o Lenovo, el organismo de autorregulación Electronic Industry Citizenship Coalition, fundado por IBM, llevará a cabo una auditoría, abordará la cuestión con los proveedores afectados y dicen que “tomarán las medidas pertinentes”.
Y ya es hora, porque este EICC que debe obligar a los socios a practicar una serie de normas de conductas en la producción, no ha valido para nada y las denuncias sobre la deshumanización del trabajo son una constante. Claro que no es patente del sector tecnológico, sino que abarca a toda la industria y a un gran número de países. Lamentable.
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