La pieza, que se publica en la revista Vanity Fair, es el resultado del trabajo de Kurt Eichenwald, prestigioso reportero de investigación y escritor norteamericano. Tras docenas de entrevistas a empleados y ex empleados de la firma de Redmond e investigar material interno como correos electrónicos entre ejecutivos del más alto rango, el periodista, especializado en destapar “escándalos corporativos”, descubre interesantes datos sobre la compañía.
En conjunto, ayudan a entender la situación actual de Microsoft. Tras ser el líder indiscutible en el sector TIC durante prácticamente tres décadas, está viendo su poder de influencia relegado a un segundo plano. La razón: la falta de visión estratégica, la negativa a innovar y sobre todo, una poco acertada política interna.
Stack ranking, el proceso más destructivo de Microsoft
Son conocidos los esfuerzos de las compañías más punteras de incentivar a sus empleados. Son inversiones sobre seguro, repetidas hasta la saciedad por especialistas en employee management y lidership: cuanto más motivado esté el trabajador, mejores resultados dará, y por ende, será la empresa quien tiene las de ganar.
El stack ranking surge a raíz de esta idea… aunque formulada de forma poco acertada. Se trata de un programa interno que se utiliza en Redmond, que obliga a cada división de la compañía a clasificar a un porcentaje determinado de empleados como buenos trabajadores, intermedios o malos.
Así, si es un equipo de 10 empleados, 2 de ellos tendrían que ser obligatoriamente muy buenos, 7 mediocres y uno de ellos malo.
“Todos los empleados que entrevisté citaron el stack ranking como el proceso más destructivo dentro de Microsoft”, asegura Eichenwald.
Lo que genera esta práctica, lejos de impulsar la innovación, colaboración y el tan importante buen ambiente laboral para poder ser fuertes cara a la competencia, impulsa “la competencia entre ellos mismos”.
Invertir en innovación, una apuesta de futuro
¿Cómo puede ser que Microsoft, después de haber liderado el mercado e ir años por delante del resto la haya pifiado de esta forma? Se pregunta uno de los ingenieros entrevistados. “Han fallado por este formalismo”, apunta.
Aunque no es el único fail de la compañía que dirige Ballmer. Los empleados acusan a la firma de haberse enfocado en la obtención de ingresos dejando de lado la innovación. Como ejemplo de esto, Eichenwald cita el prototipo de e-reader que en 1998 presentó el grupo de tecnología a Bill Gates.
“No le gustó la interfaz de usuario, porque no se parecía a Windows”, asegura un programador involucrado en el proyecto.
Gates degradó a los trabajadores del equipo y la unidad se reincorporó dentro de la división dedicada al software para Office -esta sí que daba muchos beneficios-. “En vez de desarrollar productos efectivos para los consumidores teníamos que preguntarnos cómo hacer dinero con ellos”, explica el trabajador.
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