Microsoft, Skype y el Messenger: resolución del triángulo amoroso

Fue el 10 de mayo de 2011: Microsoft compraba Skype por 8.500 millones de dólares (casi 6.000 millones de euros). Empezaban las especulaciones. ¿Qué grandes planes tenía Microsoft para Skype? ¿Qué pasaría con el servicio de VoIP? ¿Cómo se integraría todo? Pero el tiempo pasó, nada cambió, y la gente se fue olvidando. De vez en cuando salían críticas: ¿por qué ha gastado Microsoft tanto dinero en Skype si luego no iba a hacer nada?

Uno de los temas que más ampollas levantaba era el de Windows Phone. Cuando se realizó la compra, muchos usuarios de la plataforma móvil de Microsoft dieron por hecho que en poco tiempo podrían disfrutar de Skype en sus teléfonos móviles. Error. En octubre de 2011 todavía no había llegado, y Joe Belfiore, director de Windows Phone, decía que ocurriría a finales de 2011. Pasó fin de año y nada. Hubo que esperar a febrero para la beta y a abril, casi un año después de la compra, para la versión final.

Las cosas empezaron a cambiar hace apenas unas semanas, en los días grandes de Microsoft con las presentaciones de Windows 8 y Windows Phone 8. Aquí sí, aquí Skype llegaba integrado en el sistema operativo y hubo bastantes alabanzas. Parecía que por fin Microsoft había empezado a amortizar la compra.

La tarea de todos estos meses: preparar a Skype para la muerte del Messenger

A finales de octubre aparecía además un nuevo rumor que se confirmaba esta misma semana: Microsoft quiere eliminar Windows Live Messenger y que toda esta mensajería instantánea ocurra por Skype. En la última versión del servicio de VoIP ya se iniciaba la integración, permitiendo a los usuarios entrar con sus cuentas de Microsoft e importar los contactos. Atrás quedaban muchos meses de programación que cambiaron todo el interior de Skype.

En esos meses lo que se fue haciendo fue preparar a Skype para su nueva tarea como sustituto del Messenger, integrando en él toda las infraestructuras de las cuentas de Microsoft, cambiando la tecnología. Por fuera, Skype es el mismo de siempre. Por dentro, es el Messenger con videollamada (y sí, alguna característica más). Todo esto, claro, sin que ninguno de los usuarios lo notase, aunque ha habido quejas: llamadas de peor calidad, mayor lentitud…

En la trastienda de todo, a la hora de buscar una razón a por qué es Skype quien se queda y el Messenger quien se va, está todo ese trabajo de cambio de imagen que ha estado realizando Microsoft en los últimos meses. El Messenger significaba de alguna forma lo que significaba Hotmail, ese pasado glorioso que poco a poco fue decayendo. A Hotmail ya se le cambió de marca y diseño y desde hace unos meses es Outlook. Ahora el Messenger desaparece del mapa y queda Skype, una marca mucho mejor vista.

Microsoft va a por las empresas. Los próximos meses serán clave.

Ana Bulnes

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