Microsoft presenta Surface, su propio tablet
La expectación era máxima. Microsoft invitaba ayer a la prensa estadounidense a un misterioso evento en Los Ángeles. Se daba por sentado de que se trataría de un tablet, aunque había desavenencias; se creía por un lado que iba a ser la muestra de un ereader/tablet: resultado del partnership con Barnes&Noble.
Había quien se atrevía a ver en la presentación de ayer el lanzamiento de un tablet con Windows 8. Era un pronóstico arriesgado: el evento se celebraba en Los Ángeles y no era un evento para desarrolladores –lo más normal si se iba a tratar de un lanzamiento hardware-software.
Finalmente la tesis menos probable fue la acertada. Steve Ballmer fue el encargado de presentar Surface, el tablet marca Microsoft, su arma para luchar en un segmento dominado por Apple y en el que muy probablemente Google se estrene la próxima semana.
Surface es un Tablet de 10,6 pulgadas que cobra vida, como no podía ser de otra forma, gracias a Windows 8. Tiene 9,3 mm de grosor, puertos USB (¿un plus frente al iPad?) y una pantalla cubierta con Gorilla Glass 2.
Incluye un “cover” (¿igual que el del iPad?) con teclado que encaja magnéticamente con la pantalla y que ejerce funciones de teclado una vez extendido. Un claro guiño al segmento corporativo.
El tablet, como se preveía, estará disponible en dos versiones, ARM e Intel.
¿Por qué ahora, Microsoft?
El lanzamiento de Microsoft fue en realidad, ruido. No se especificó fecha de lanzamiento, ni precio del dispositivo, ni duración de la batería, ni las alianzas estratégicas.
Todo apunta a que es una muestra de fuerza ante la inminente presentación del tablet de Google, que se prevé para la próxima semana –de la mano del evento que planean los de Mountain View-.
Es también la forma de atraer a desarrolladores. El ecosistema Windows, el más extendido a nivel mundial, necesita una sólida base de desarrolladores que hagan de su apuesta móvil un éxito.
El gigante de software falto credibilidad en un segmento que lidera desde hace años Apple, sabe que la confianza de los usuarios finales está unida a la fuerza de los desarrolladores.