Chrome salió ayer, en fase beta, para poner fin a un verano caluroso e insulso. En vez de mejorar su último navegador, IE8, Microsoft ha decidido que es mejor ir a los tribunales para competir con Google.
Microsoft ha dicho que va a estudiar minuciosamente la manera en la que Google enlaza su navegador, el motor de búsquedas y su nuevo software ofimático.
La precaución no deja de ser lógica y normal, sobre todo viniendo de Microsoft, que tiene gran experiencia en casos anti-monopolio. Tiene todo el derecho del mundo a descubrir si los de la competencia se dedican a utilizar métodos de competencia desleal.
Al margen de lo que pueda creer Microsoft, hay tres cuestiones preocupantes de un posible monopolio de Google: en primer lugar, Google es ya un guardián de la información, tiene acceso a una gran cantidad de información y encima vende cosas alrededor de ella; por otro lado, existe un conflicto de intereses entre la información que recoge y la publicidad que vende y que constituye la base de su negocio; y en tercer lugar, Google no es “ningún santo” y no muestra ningún respeto por los derechos de propiedad intelectual de los demás (coge información sin pedir permiso).
Todo esto resulta aún más inquietante si pensamos en una realidad: que la marca Google vende, y además, es sinónimo de “buen rollito” y movimiento alternativo a Microsoft.
vINQulos
The Inquirer UK
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