La semana pasada cerró con una noticia bomba: Steve Ballmer abandonará la dirección de Microsoft en los próximos 12 meses.
Lejos de provocar el pánico en los mercados, la retirada del CEO animó la cotización de los títulos. Las acciones de Microsoft cerraron con un incremento del 7,29% en el índice Nasdaq a 34,75 dólares por acción.
La falta de acierto en el desarrollo de una estrategia sólida (acentuado por el fiasco de Surface) y en especial los recientes funestos resultados trimestrales han sido los principales fantasmas de Ballmer.
El mercado ha interpretado la salida del líder como la promesa de un giro en la estrategia de la empresa.
La marcha del CEO deberá seguir no obstante a otros cambios en la cúpula. La Junta directiva, que ostenta un gran peso en la toma de decisiones de negocio, se mantiene por el momento intacta.
Redmond ha designado un comité que se encargará de la sucesión, con gran peso de miembros de la Junta; éste está formado por pesos pesados de la firma, aunque incluye una consultora especializada. Se evaluará la posibilidad de incorporar a un CEO externo.
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