El mercado de startups no se mueve únicamente por inversiones de business angels y firmas de private equity y venture capital. Son muchas las compañías de nueva creación que, en cuanto comienzan a despuntar, reciben ofertas de adquisición y acaban integradas en la estructura de otras organizaciones más grandes. Incluidas las grandes empresas del sector tecnológico como Google (o Alphabet), Apple, Facebook y Microsoft.
Android no tenía ni veinticuatro meses de vida cuando el gigante de Mountain View decidió comprarla. El iPhone no existía y, por tanto, la fiebre de los smartphones no se había desatado todavía. Con el paso de los años, la compra de esta startup ha demostrado ser un gran acierto, por que el sistema operativo móvil que Google ha podido desarrollar gracias a una Android en ciernes es el más extendido hoy en día por todo el mundo.
Ni iOS ni tampoco otras alternativas con las que ha rivalizado como BlackBerry OS, Windows Phone, Symbian, webOS, Tizen o Firefox OS han podido con Android, cuyo dominio en el ecosistema móvil se cimienta sobre las asociaciones con diferentes fabricantes, la variedad de gamas de terminales y también el número de aplicaciones disponibles. La compra de Android se puede tomar como el gran ejemplo de lo que una startup puede hacer por quien apuesta por ella.
Exitosa ha demostrado ser también la compra de la plataforma de vídeos YouTube, que contaba con el sello de garantía de haber sido creada por tres exmiembros de PayPal y que con los años, en plena era de las redes sociales y el contenido a la carta, se mantiene como herramientas social destacada.
Aunque no todo son aciertos rotundos en casa Google. Esta tecnológica ha adquirido otras compañías que estaban empezando que después no lograron tener tanto impacto en su negocio o que han atravesado baches. Por ejemplo, la de Nest Labs. Y productos como los que ofrecían Picasa o la española Panoramio acabaron descontinuados.
Apple, que no suele hablar demasiado sobre las operaciones económicas que lleva a cabo, ha estado en el foco mediático antes o después por compras como las de Beats Electronics o Shazam. Y, si bien el éxito de una operación solamente se puede cuantificar con el paso de los años, cuando ya hay datos sobre la mesa, algunas se adelantan y dan pistas de su devenir bien pronto.
Esto es, ya sea como empresa absorbida por completo o como tecnología que viene de fuera. En 2010, la creadora de los iPhone, los iPad y los Mac se hacía con tecnología de reconocimiento de voz. En 2011, Apple lanzaba su primer dispositivo con la ayuda virtual de Siri. Y la competencia le siguió. Por cierto, Viv Labs, de los creadores de Siri, acabó en manos de Samsung.
Las decisiones de Facebook han sorprendido a propios y extraños en más de una ocasión. Pasó con Instagram, pretendida por Twitter y por quien los de Mark Zuckerberg bajaron de los 1.000 millones de dólares en su compra de 2012, año y medio después de que fuera creada, para ampliar su dominio en redes sociales. Esto es mucho menos de lo que se pagó por WhatsApp.
Y, aunque Facebook es mayormente conocida por su vertiente social, invierte en más áreas de negocio que en el futuro deberían despuntar, como lo demuestra la absorción de Oculus VR y sus desarrollos en realidad virtual. Oculus también llegó a la firma de Menlo Park antes de cumplir dos años.
¿Y Microsoft? Una muestra de sus compras de startups y, al mismo tiempo, del peso de lo social en la actualidad, es la de una Yammer que la está impulsando en el plano profesional, lo mismo que LinkedIn, y que se ha integrado con Office. Antes Microsoft ya había intentado avanzar en este campo, pero sin éxito, con la propuesta para estudiantes So.cl.
Una compra de los de Redmond que queda para la historia es la del servicio de correo electrónico Hotmail (ahora Outlook.com) que durante años, y junto con MSN Messenger, fue muy utilizado para mensajería. Y otra de sus apuestas que ha dado que hablar, hace menos y en el campo del desarrollo de aplicaciones, es la de Xamarin.
Comprar en vez de crear supone un desembolso significativo de dinero. La ventaja es que, a cambio, permite ahorrar tiempo para enfrentarse a la competencia en áreas de valor antes de que pase una oportunidad de negocio y crecer en talento. Además, la cultura del emprendimiento no cesa y parece que siempre hay proyectos innovadores en los que invertir, con startups más o menos consolidadas que prometen.
La propia Google pudo ser comprada en su día, cuanto tenía meses, pero Excite pasó y perdió el tren. Este tipo de sucesos tienen idas y vueltas. Así Snap, la empresa detrás de Snapchat, fue la que pasó de Google en 2016. En 2018, esta aplicación de historias efímeras, que tras ella han ido adoptando otras como Instagram, WhatsApp o Facebook, ha descendido por primera vez en el recuento de usuarios diarios. Por cierto, que Facebook también intentó comprar Snapchat y Snow, una app similar.
Microsoft tanteó la compra de Zynga, conocida por juegos como FarmVille. Y se sabe que alguna compañía se ofreció a hacerse con Vine y sus minivídeos antes de que Twitter, que la había adquirido cuando era un bebé, en 2012, optase por cerrarla a principios de 2017. Vine era una promesa que se vino abajo por la salida de directivos, la fuerza de la competencia y cifras poco convincentes.
También acabaron cerrando la herramienta para gestión de correo electrónico Mailbox, propiedad de Dropbox, y la plataforma basada en geolocalización Gowalla, propiedad de Facebook. Por su parte, el proceso evolutivo del sitio de microblogging Tumblr dentro de Yahoo (ahora en Verizon) ha sido fruto de más de un debate… como controvertida fue la adquisición de la startup Summly, obra de un adolescente.
Entre las jóvenes compañías que han cambiado de dueños y han gozado de suerte dispar, en ocasiones aportando impulso al negocio final, otras veces con algún debilitamiento o incertidumbre por el camino, se encuentran las de Periscope y Summize (Twitter) para streaming de vídeo y búsquedas, la de Twitch (Amazon y no Google) también para streaming de vídeo, la de Pulse (LinkedIn) para ofrecer contenido de interés o la de Pebble (Fitbit) en el mercado de wearables.
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