Tras el inicio de la pandemia se generalizó el teletrabajo de manera obligada. El confinamiento domiciliario no dejaba muchas opciones para quienes debían mantenerse en casa sin poder acudir al centro de trabajo.
Afortunadamente en los últimos años se ha incrementado la cantidad de puestos de trabajo en los que muchas tareas pueden hacerse mediante ordenador así como la extensión, capacidad y velocidad de las redes de conexión a Internet domésticas, por no mencionar la facilidad con la que se encuentran equipos informáticos en casa. Y para el caso de quien no disponía del mismo, el abaratamiento de equipos portátiles como los ordenadores Chromebook permitió extender el teletrabajo.
Según fue regresando la normalidad fueron muchas las empresas que apostaron por mantener, siquiera parcialmente, el recurso del teletrabajo. Unos días a la semana, unas horas de la jornada diaria o para algunos puestos de trabajo. En algunos casos se ha mantenido esa organización, en otros no tardé en ceder ante el retorno a la “vieja normalidad”. Pero existe un porcentaje no pequeño de empresas que no han llegado a implementar fórmulas de trabajo a distancia para sus empleados.
Según datos de Gartner durante el año 2021 hubo un 30 % de trabajadores en todo el mundo que al menos parcialmente teletrabajaban, un porcentaje que se estimaba hasta en un 48 % durante la etapa posterior al confinamiento pandémico.
En concreto algunos países, como Estados Unidos, han apostado decididamente por el formato híbrido que combina teletrabajo con presencialidad. Una fórmula que ha pasado desde el 42 hasta el 49 % en los primeros seis meses de 2022, con la previsión de que en 2023 alcance el 55 %. En ese país los datos de Gartner apuntan a que en un futuro próximo el 22 % de los empleos adoptarán el formato remoto y un porcentaje muy similar, el 23 %, estarán vinculados únicamente a la presencialidad de un centro de trabajo.
El caso de Europa es bien distinto, con una presencia muy inferior en cuanto al mantenimiento del teletrabajo en la etapa postpandémica. En 2020 apenas había un 12 % de teletrabajadores en la UE con un aumento entre 2019 y 2021 de sólo el 8 %. Por territorios existe una amplia diferencia entre Finlandia (37 % de aumento del teletrabajo), Bélgica (27 %) o el sureste de Europa, con regiones con un porcentaje de trabajadores a distancia inferior al 5 %.
En el caso de España a finales de 2020 los teletrabajadores suponían un 14 %, cifra que durante el segundo trimestre de 2022 se ha reducido hasta el 10 %. Muy probablemente porque según indican cifras de Adecco, el 27 % de empresas españolas no cuenta con ninguna fórmula que permita la implantación del teletrabajo.
Una circunstancia que está relacionada con la propia naturaleza del modelo productivo español, donde priman sectores como el comercio minorista o la construcción, donde resulta más complicado implementar el teletrabajo. Por contra es más sencillo integrarlo en economías donde existe una mayor presencia de servicios de elevado valor añadido como la información, las finanzas, las comunicaciones…
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