El problema de la basura electrónica es su difícil reciclado. En Estados Unidos, sólo se recicla un 10 por ciento. Las leyes federales de retirada de basura electrónica sólo afectan a las empresas y a la Administración, pero no a los individuos que consumen aparatos electrónicos domésticos.
España genera al año entre 100.000 y 160.000 toneladas de basura electrónica doméstica. Si a esa cantidad se le añaden los residuos del resto de la industria y de los establecimientos comerciales, se alcanza la cifra de 200.000 toneladas de desperdicios electrónicos al año. Como media, cada familia almacena en el trastero de su casa tres aparatos, entre televisores y ordenadores personales. A diferencia de lo que ocurre con otros residuos generados en las grandes ciudades, sólo el 11% de este material se recicla, frente al 28% de otro tipo de basuras.
La mayor parte de un ordenador —el 46%— es plástico y silicio, dos componentes de difícil reciclaje. El hierro —un 20%— y el aluminio —un 14%— son más fáciles de aprovechar, aunque es imposible reutilizarlos al 100%. Sólo un componente del ordenador, el oro, se puede reutilizar por completo.
Ninguno de estos componentes representa un serio peligro de toxicidad, pero la lista de elementos químicos que hay en un PC también incluye sustancias como el mercurio o el arsénico, que se utiliza en la fabricación de transistores y que representan un serio peligro si no se controlan adecuadamente. El componente más peligroso, sin embargo, es el plomo, utilizado en las soldaduras de los distintos componentes y en la protección de radiación de los monitores de tubo. Representa casi el 6% de un ordenador y sólo en los últimos años los fabricantes han comenzado a usar sustitutos en los procesos de fabricación. Si el ordenador se abandona en un vertedero a la intemperie, sin las medidas de protección adecuadas, hay un riesgo muy alto de que el plomo llegue a contaminar la tierra y los depósitos subterráneos de agua. El efecto en el organismo es devastador y afecta al sistema nervioso, la circulación sanguínea y los órganos.
Esta situación, según Greenpeace, ya está produciéndose en Hong Kong, una de las paradas obligatorias en el circuito de reciclaje. En el año 2000, el gobierno de Beijing prohibió la importación de basura tecnológica a la China continental, pero la ex colonia británica quedó libre de esas restricciones. Toda la electrónica de occidente acaba tarde o temprano en los casi 100 vertederos que se asientan en los Nuevos Territorios, a la espera de ser clasificada y enviada a otras regiones del sur de China para su tratamiento final. Las muestras de suelo de la zona analizadas por la organización ecologista contenían 10 veces la cantidad de plomo presente en un suelo no contaminado.
vINQulos
Críticas a las empresas
El lado oscuro de la industria electrónica
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