“Los tiranos temen a las redes sociales porque son tecnologías para la libertad”
El escritor Arturo Pérez Reverte y el paleoantropólogo Juan Luis Arzuaga clausuraron el I Congreso Iberoamericano sobre las Redes Sociales, que se ha celebrado durante dos días en el Teatro Principal de Burgos.
El papel de las redes sociales en las revoluciones que están azotando en las últimas semanas el norte de África volvió a ser discutido durante la jornada de clausura de iRedes, el I Congreso Iberoamericano sobre las Redes Sociales que se ha venido celebrando durante los dos últimos días en Burgos.
A ello se refería el profesor Jose Luis Orihuela durante su cierre, en la que ofreció cinco conclusiones a modo de tweet en las que señaló que “los tiranos temen a las redes sociales porque son tecnologías para la libertad”. También destacó Orihuela el papel que las redes sociales han de jugar para salvaguardar la neutralidad de la web y señaló que las “redes sociales constituyen unas bases de datos enormes con los deseos de la gente”.
Eso sí, reconoció que las redes sociales “no son mágicas ni milagrosas” y que su principal valor es la apertura a la sociedad.
Tras su intervención, cerraron el congreso el paleoantropólogo Juan Luis Arzuaga y el escritor Arturo Pérez Reverte, que llevaron a cabo un mano a mano de respuestas a las preguntas de los asistentes en el que explicaron su modo de ver las redes sociales, pero también su forma de concebir el por qué los individuos actúan como actúan, tanto en Internet como en la vida diaria.
Pérez Reverte volvió sobre el asunto de su ‘encontronazo’ en Twitter con el ministro Moratinos, y señaló que Twitter es muy dado a la descontextualización y a sacar titulares que fuera de la red de microblogging pierden su sentido.
Sin embargo, defendió Twitter como un canal idóneo en su caso para estar en contacto con sus lectores, y se declaró usuario, aunque no desde el móvil.
También señaló que la tecnología ha devirtuado la profesión periodística, señalando que ahora los reporteros se limitan a estar en un hotel en la frontera, y desde allí cuentan todo. “El teléfono móvil ha matado al periodista“, señaló.