Si se llaman teléfonos inteligentes, es por algo. El invento desarrollado por especialistas nipones no necesita ni sensores ni cámaras para determinar el estado emocional del usuario; lo “adivina” en función del uso que se haga de él.
Los parámetros que se miden son: la velocidad a la que se escribe, con qué frecuencia se usan los botones de “suprimir” o emoticonos y cuánto vibra el dispositivo. Y ya está. Esto indica, según los investigadores, si el usuario está triste, contento, sorprendido, enfadado o disgustado.
Para Hosub Lee, investigador que trabaja para la firma surcoreana, puede parecer que los factores que se miden poco o nada tienen que ver con las emociones. Pero nada más lejos de la realidad. Él considera que hay correlaciones entre los comportamientos citados y la mente, y que la utilización de algoritmos de aprendizaje pueden determinarlos con una precisión del 67,5%.
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