Locuras de amor paterno, construyendo una montaña rusa en el jardín
No seré yo el que diga que hay que valorar el amor paterno por los regalos y las cosas que se le dan a los niños, no, el cariño no puede medirse así (además algunos ni tenemos jardín ni los conocimientos técnico-bricolajísticos para afrontar esta tremenda empresa). Eso sí, construir para una hija una montaña rusa de uso privado en el jardín no hace sino que transmitir cosas positivas de este padrazo, pues su buen esfuerzo y horas de dedicación le habrá costado. En los planos más cortos se aprecia bien el toque “casero” de la vagoneta ¡Pero el montaje en general es sensacional!
Bastante impresionante ¿No? Lo único que le faltaba a esta instalación es un motor para que la vagoneta se moviera de forma automática (quizá entonces la cosa ya sería para premio papá del año), pero nuestro protagonista lo suple con una pértiga que le ayuda a empujar a su hija hasta la cima de la montaña rusa. Después todo está calculado, la velocidad y fuerza son las justas y necesarias para que la chiquilla vuelva sola al inicio de la cuesta, otro empujoncito… ¡Y ahí vamos de nuevo!
Quizá la nena sea una fanática de la velocidad y las sensaciones fuertes, o puede que visitara Japón y se quedara impresionada con la increíble instalación de Takabisha. Lo que está claro es que este padre va sobrado de recursos y va a sufrir un duro marcaje por parte de la madre de la criatura… Pues a ver que es lo siguiente que se le ocurre pedir a la niña para que el padre responda sin pestañear ni pensárselo ni un segundo: ¡Lo que tú quieras bonita! ─ [Technabob]