El dispositivo inaugura lo que sus creadores han llamado una nueva familia de Personal Sharing Devices, que sirven como centro para el intercambio de todo tipo de contenidos no sólo con usuarios de otros dispositivos Leyio, sino también para cualquier usuario que disponga de un sistema de almacenamiento USB (llave, disco duro externo) o de un ordenador cercano.
La primera sorpresa del Leyio la encontramos en su diseño, compacto, reducido, aunque quizás algo “gordito” para las prestaciones que ofrece. La pequeña pantalla domina un dispositivo en el que la interfaz premia el uso de iconos y poco texto y que se controla con un sensor táctil que está situado justo debajo de la pantalla.
Este sensor es precisamente un punto clave del dispositivo, ya que además de controlar el movimiento de deslizamiento hacia arriba, abajo, izquierda y derecha (además de la pulsación, como si fuera el touchpad de un portátil) también sirve de mecanismo de autenticación. Todas las operaciones en el Leyio están protegidas por la introducción previa de nuestra huella digital, que debe ser reconocida para poder acceder a las opciones que nos da el dispositivo.
A partir de ahí contaremos con un fácil sistema de menús para acceder a la música, imágenes, vídeos o cualquier otro tipo de contenido que queramos almacenar. Hay que señalar que el Leyio no es un reproductor multimedia, y aunque sí es posible previsualizar las imágenes en formato JPG, no es posible reproducir sonido -algo que quizás hubiera sido un punto de interés- ni tampoco ficheros de vídeo. Sus responsables explicaban esa ausencia indicando que querían enfocarse totalmente en sus capacidades de interambio de datos, y realmente en ese apartado es donde destaca el dispositivo. Puede que en el futuro el Leyio incorpore funciones multimedia, no obstante, de modo que habrá que estar atentos.
El apartado de compartición e intercambio de archivos es especialmente singular. El Leyio es el primer dispositivo que hemos visto que hace uso del estándar Ultra Wide Band (UWB) de comunicaciones inalámbricas. Su velocidad de transferencia es de 10 Mb/s, y su radio de alcance es de aproximadamente 5 metros. Para mandar un fichero tendremos que sincronizar nuestro Leyio con aquel con el que queramos compartir datos (algo similiar al emparejamiento Bluetooth). Después de eso tan sólo será necesario posicionarnos sobre el contenido a compartir y “agitar” el Leyio como si lo fuésemos a lanzar a otro Leyio al cual queremos pasar la información. La velocidad de transferencia es asombrosa, y la efectividad de la solución es notable.
Además de ese intercambio inalámbrico el Leyio cuenta también con un puerto USB para la conexión al PC -que de nuevo nos obligará a pasar por la autenticación de huella dactilar- y con dos opciones interesantes. Por un lado, lo que ellos llaman un “satellite”, una diminuta llave USB , y por otro un puerto de conexión USB para conectar al Leyio nuestra llave USB o un disco duro externo y pasar ficheros de uno a otro extremo sin problemas.
El dispositivo cuenta con una memoria Flash interna de 16 Gbytes y un procesador Freescale ARM a 320 MHz, y además está gobernado por un sistema embebido basado en Linux. Como hemos mencionado, el manejo de la interfaz es muy sencillo, y en apenas unos minutos nos haremos fácilmente con todas sus opciones. La lástima, como comentábamos, es la ausencia de un conector de cascos que nos permitiese utilizarlo como reproductor MP3, algo que quizás justificaría su otro hándicap: por el momento se trata de un producto caro, ya que cuesta 179 euros.
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