España, Europa y Latinoamérica. Durante años ésa fue la estructura de negocio que sostuvo a Telefónica, pero hace ahora veinticuatro meses exactos la empresa que dirige César Alierta decidía simplificar sus ramificaciones en dos grandes pilares y prescindir de la marca España. O, al menos, diluirla en el maremágnum geográfico del Viejo Continente para centrarse en otras prioridades, como afianzar el papel de la teleco en el mundo digital o aprovechar las oportunidades de crecimiento de los mercados emergentes. Incluso ha plantado la base de la división Telefónica Digital en la extranjera Londres, donde se ubica su sede central y desde donde gestiona las filiales de Madrid, São Paulo, Silicon Valley y lugares estratégicos de Asia.
Este gigante de la telefonía también ha fundado una unidad operativa de Recursos Globales que lucha por obtener sinergias, garantizar la rentabilidad y acelerar la transformación hacia una compañía íntegramente universal, en lo que supone el cambio de organización más profundo desde la llegada Alierta a la presidencia en el año 2000.
Y es que si bien el mercado europeo sigue representando la mitad de los ingresos trimestrales de Telefónica, operar en países como el Reino Unido, Alemania o Italia es una tarea cada vez más complicada. Se trata de regiones caracterizadas por la madurez de sus servicios y la intensidad de la competencia, donde los márgenes de crecimiento quedan limitados respecto a los países en desarrollo. A esto hay que sumar la consabida situación macroeconómica adversa. Por ejemplo, en España la pérdida de poder adquisitivo, la rebaja de los precios y la continua sangría de clientes ha provocado que la facturación descienda un 11,7% interanual hasta los 7.720 millones de euros durante el primer semestre de 2012. Mientras, el volumen de negocio se disparó en Latinoamérica un 7%, hasta los 14.963 millones de euros.
El poder es móvil
¿Las causas de esta ambivalencia? Telefónica lidera en el continente americano la revolución de la banda ancha móvil, con un incremento constante del gasto en datos que ya representa el 29% de los ingresos totales de su servicio de telefonía celular. O, dicho de otro modo, ha sabido aprovechar la popularización de los dispositivos inteligentes con conexión a Internet y saciar el apetito de los usuarios locales por esta tecnología. Los clientes de la compañía en América Latina ya suman más de 208 millones de accesos o dos tercios del total de grupo, de los que 173 millones son móviles. Y la cosa no ha hecho más que comenzar. Las previsiones apuntan a que en el próximo lustro la región superará a los mercados consolidados en número de smartphones y que su tráfico IP se va a multiplicar por siete, con un ritmo de crecimiento anual del 49%.
“El desarrollo de los países de América Latina está beneficiando también la propia estructura social con una clase media cada vez mayor y más fuerte, con una población muy joven, con un perfil urbano significativo y, sobre todo, caracterizada porque está ávida de tecnología”, nos comentan desde la compañía, que junto con el lanzamiento de productos empaquetados ha realizado “propuestas más ajustadas, como las ofertas prepago y control, que han permitido atender las necesidades de control de gasto existentes en la sociedad”.
A esto hay que sumar la reciente introducción de las redes de cuarta generación LTE que, de momento, se extienden por ciertos rincones del continente como Puerto Rico, Uruguay y Colombia. Esta norma ha sido probada también por distintos operadores en Argentina, Bolivia, Chile, República Dominicana, Nicaragua, México, Perú y Brasil. De hecho, en este último Telefónica se acaba de adjudicar un lote del espectro de 450 MHz con cobertura nacional a través de Vivo por un importe cercano a los 408 millones de euros.
Una estructura con acento carioca
No en vano Brasil es uno de los principales responsables del crecimiento de Telefónica, muy por encima de los otros 13 países iberoamericanos en los que está presente la compañía española. Con 6.900 millones de euros generados en los primeros seis meses del año, el gigante carioca se coloca como segundo motor a nivel mundial; con 91,2 millones de accesos totales, iguala prácticamente a los usuarios de toda Europa; y con un negocio móvil valorado en 4.253 millones de euros, se desmarca como primer mercado celular de la firma. Es sólo cuestión de tiempo que se convierta en el referente internacional del grupo, por delante de España, especialmente ahora que “ser anfitrión de eventos tan significativos como el Mundial de Fútbol 2014 y los JJOO 2016 abre unas oportunidades inmensas”.
Tan decisivo se ha vuelto su desempeño dentro de las cuentas de Telefónica que le llueven los “regalos”. Por una parte, la ciudad de São Paulo ha sido nombrada cuartel general para la gestión corporativa de los negocios de la multinacional en la región, unos negocios que hasta la fecha se resolvían desde los despachos de Madrid. Esto implica trasladar al presidente de la división Telefónica Latinoamérica, Santiago Fernández Valbuena, y parte de su equipo, para que dejen de gestionar con horario español los negocios latinoamericanos y ahorren en desplazamientos. Por otra parte, este verano se ha inaugurado un nuevo centro de datos en el municipio de Santana de Parnaíba que integra toda la tecnología de la información de Telefónica Brasil y soporta un tráfico de más de 90 millones de clientes.
Y allí se lanzará el primer smartphone gobernado por sistema operativo Firefox OS y basado en lenguaje HTML5 a principios de 2013. Un dispositivo “con capacidades propias de un smartphone pero a precios propios de celulares convencionales, que es un factor clave para incrementar la penetración de smartphones en América Latina”, recuerdan fuentes de la operadora. “La disponibilidad de terminales de este tipo a precios en torno a los 100 dólares es un desafío que permitirá abrir más el mercado”.
Invirtiendo en el futuro
La compañía está presente en Latinoamérica desde comienzos de la década de los 90, cuando se iniciaron las privatizaciones en el sector, y se estima que la inversión acumulada desde entonces sobrepasa los 110.000 millones de euros entre adquisiciones de activos y desarrollo de infraestructuras. Sin ir más lejos, durante el año fiscal 2011 se destinó a este fin 5.300 millones de euros. Y en ese franja de tiempo también se batieron las cifras de repatriación de fondos netos desde las sedes latinoamericanas al alcanzarse los 3.074 millones de euros, un 44,6% más de saldo que en 2010 y una mejora sustancial de los 2.491 millones de 2006, el anterior récord.
Siguiendo con esta política de asignaciones, hace escasos días se anunciaba el lanzamiento de una red de inversión con un fondo inicial de 300 millones de euros enfocada a empresas de tecnología digital en España, pero también en Latinoamérica, que pretende ser fuente de financiación más allá de los tradicionales núcleos de desarrollo del capital de riesgo tecnológico, como puede ser Silicon Valley. De esta forma Amérigo se suma a otras iniciativas que abogan por ayudar a los nuevos talentos a dar sus primeros pasos como la aceleradora de start-ups Wayra, que cuenta con 7 de sus 12 academias en suelo americano, o el programa de inversión directa Telefónica Ventures. “Y se se garantiza, además, que el propio talento local tenga oportunidades en la región sin necesidad de plantearse emigrar en busca de dichas oportunidades”, subrayan sus responsables. “En Telefónica estamos convencidos de que las oportunidades de crecimiento vienen de las ideas. Y de que Latinoamérica es un enorme generador de ideas y de talento”.
Y, por si este entramado de ceros y billetes verdes fuese poco, la red social que Alierta compró en 2010, Tuenti, se ha propuesto hacer las Américas tras la presentación de una nueva aplicación móvil y un modelo de privacidad reforzado que deberían plantar cara a titanes como Facebook, Twitter o Google+. ¿Será la plataforma capaz de internacionalizarse, como ya lo ha hecho su empresa matriz? “Estamos especialmente orgullosos de ver que hoy Telefónica también es Latinoamericana. De poder decir que el compromiso del Grupo Telefónica con América Latina ha permanecido, y aún permanece, durante las más de dos décadas de presencia en la región, quedándose cuando otros retiraban sus inversiones”.
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