Ayer Apple hizo públicas sus cuentas del último trimestre de 2015, en el que vendió la nada despreciable suma de 16,1 millones de iPad, pero es que en el mismo periodo de 2014 la cifra había alcanzado los 24,4 millones de unidades, y además entonces no tenían un nuevo miembro en la familia, el iPad Pro.
Si bien es cierto que este último tablet tamaño gigante por su pantalla de 12,9 pulgadas en diagonal es un dispositivo dirigido a un nicho de mercado muy concreto y que no parece razonable esperar que se convierta en un superventas, no deja de ser un miembro más de la familia cuyas ventas sumar al total. Pero ni con esas.
Y eso en la parte de arriba, por hablar de tamaños, donde se considera al iPad Pro como una alternativa (minoritaria) al ordenador portátil, porque “en la parte baja de la tabla” al auge de los smartphones de tamaño cada vez mayor (phablets) resulta también algo perjudicial para el tablet de menor tamaño, el iPad Mini (pantalla de 7,9 pulgadas), al disponer Apple en su catálogo de un dispositivo como el iPhone 6s Plus que no se queda tan lejos en tamaño (5,5 pulgadas).
Se produciría así una cierta vuelta de tuerca sobre lo ya mencionado: el iPad Mini le comió parte de las ventas al iPad Air y ahora el iPhone 6S Plus le come parte de las ventas al iPad Mini.
Mientras las perspectivas en el mercado del tablet en general no apuntan a una elevada curva de demanda, casi como si la mayor parte de quienes quieren/necesitan un tablet ya dispusieran de este dispositivo, que además tampoco tiene un período de reposición tan corto como en otros momentos ha sucedido con los teléfonos móviles, que hacía que un gran número de usuarios cambiase de terminal casi cada año. Así, la consecuencia es que el mercado del tablet queda estancado y Apple, que ha sido la marca que más cuota de mercado ha conquistado, también ve cómo retroceden sus ventas agravado por una circunstancia adicional: los usuarios de iPad son los propietarios de tablets que más tiempo los mantienen en uso y que, por tanto, más tiempo dejan transcurrir hasta hacerse con uno más moderno, especialmente en comparación con lo que sucede con los iPhone.
En el caso de los smartphones de la manzana mordida la mayor parte de los usuarios los cambia cada dos años, período que prácticamente se duplica en el caso de los tablets.
Mientras en este año deberíamos conocer sendas remodelaciones externas de toda la gama de dispositivos móviles de Apple, tanto el iPhone 7 como los iPad Air y Mini, pero no hay perspectivas optimistas sobre que ello suponga un acogida en el mercado comparable a la que tuvo lugar con la llegada, por ejemplo, del iPhone 4 o el iPhone 5.
En el caso del iPhone 6, favorecido además por una demanda especialmente amplia en China, ya se notó un cierto estancamiento en relación con sus antecesores, y ese patrón se consolidaría ahora con el iPhone 7, lo que sumado a este creciente desinterés por sus tablets parece dibujar un panorama poco halagüeño para los de Cupertino.
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