En un momento como este, en el que el Gobierno acaba de comunicarnos la mayor subida histórica, desde 1984, del recibo de la luz (un 9,8%) y un incremento de casi un 4% del Gas Natural, parece que ya casi no nos quedan excusas para no ser verdes.
Esto se viene planteando en un escenario cada vez más definido por normativas y planes de actuación gubernamentales en pro de la eficiencia energética en aquellos ámbitos donde se generan los mayores consumos energéticos mundiales, como son los edificios y el alumbrado público de las ciudades.
Por dar algunas cifras relativas a consumos El 40% del consumo energético mundial se estima que es por cuenta de la luz eléctrica, la calefacción, el aire acondicionado y otras cargas conectadas a los edificios. Este es un dato que debe animar por sí mismo a buscar fórmulas que fomenten la eficiencia energética, ya que supone el 21% de las emisiones a la atmósfera que provocan el efecto invernadero. Además, la gestión y el control de los consumos, genera beneficio inmediato para ciudadanos y empresas: los edificios más eficientes suponen un ahorro de hasta un 30% en los consumos eléctricos.
Hasta ahora, los constructores han abordado de los nuevos edificios concibiéndolos, en el 97% de los casos, en base a criterios como el uso de materiales más eficientes en la edificación, la incorporación de energías renovables, el aprovechamiento energético del entorno natural, o la elección de sistemas de climatización e iluminación que generen un menor consumo.
Ahora, comienza a incluirse en la planificación de las nuevas construcciones eficientes un nuevo elemento, la tecnología, que hasta ahora estaba presente a través de las redes IP pero de la que no se ha explotado todo su potencial en este campo. Y es que a través las redes de comunicación no sólo se transmiten la voz y los datos, sino que son perfectamente capaces de gestionar y controlar las automatizaciones de un edificio, en local y en remoto.
La integración de automatización y redes IP, a través de plataformas de gestión energética, regulan numerosas variables de los sistemas de iluminación y climatización proporcionando informes detallados de incidencias y consumos. Esto reduce de forma importante la intensidad energética y ayuda al cumplimiento de la normativa con una visión a largo plazo que beneficia a empresarios e inquilinos.
La comprensión de que la tecnología es parte constitutiva de los edificios permitirá, en un futuro cercano, generar un importante valor añadido en las construcciones, ayudará a redefinir el sector inmobiliario y contribuirá, además, a que el futuro de las ciudades sea más sostenible y amigable.
En el ámbito del alumbrado público también hay mucho donde ahorrar. Entre el 60 y el 70% del consumo total de electricidad en los municipios es por cuenta de las luminarias. El reciente Reglamento de Eficiencia Energética en Instalaciones de Alumbrado Exterior ya dispone medidas relativas a eficiencia energética en las nuevas construcciones ya hace menos de un mes, una nueva directiva europea ha aprobado 146 millones de euros que irán destinados a financiar medidas entre las que tomas protagonismo la co-generación el vehículo eléctrico y el alumbrado público.
La principal mejora, y más rentable, que se está implementado en el alumbrado público es la sustitución de luminarias antiguas por luminarias de bajo consumo y que, además incluyen sistemas de gestión remota centralizada. La tecnología de control aplicada a las redes de alumbrado público permite a los ayuntamientos ahorrar hasta un 60% en su factura eléctrica, reducir en un 30% los costes derivados del mantenimiento y mejorar la seguridad vial y la calidad de vida de los ciudadanos.
Por último, no hay que dejar de aludir a las organizaciones como grandes entidades consumidoras: algunas con unos cientos de trabajadores que utilizan cada día equipos ofimáticos, que generan residuos, que emiten CO2 en sus desplazamientos, que fabrican…
Este año que dejamos se ha aprobado la UNE EN 16001. Esta norma derivará en la ISO 50001, de la que se estima podría influir hasta en el 60% del consumo de energía del mundo. Estas normas permiten establecer un marco para la integración de la eficiencia energética en las prácticas de gestión de las empresas, ya sean públicas o privadas.
El Sistema de Gestión Energética es parte del sistema de gestión de la organización, empleado para desarrollar, implementar y controlar la correcta ejecución de la política energética y gestionar sus aspectos energéticos. Las normas de gestión energética se caracterizan por poder aplicarse a todo tipo y tamaño de empresas, por basarse en la metodología de mejora continua PHVA y por servir de base para una certificación por tercera parte
A través de la normalización de la gestión energética lograremos la disminución tanto de los costes energéticos y económicos como del impacto ambiental asociado a la explotación de los diferentes tipos de energía, y conlleva los siguientes beneficios:
• Mejora de la eficiencia de los procesos
• Promoción de tecnologías menos contaminantes
• Disminución de los costes de control
• Facilitación de la adaptación a mayores exigencias legislativas y a otros requisitos
• Mejora de la imagen y marca de la empresa en el mercado
Las TIC también tienen mucho que aportar a la hora de implantar un sistema de gestión energética. Al final son necesarias herramientas informáticas de gestión remota y redes de comunicación que permitan a los gestores energéticos llevar a cabo estos procesos de forma eficaz y coherente.
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