Las soluciones de automonitorización no calan en España
Son las empresas las que se encargan de la vigilancia. La mitad de los trabajadores de pymes españolas está siendo controlada por sus empleadores.
Las empresas están recurriendo a software de monitorización para supervisar cómo usan los recursos corporativos sus empleados aunque se encuentren fuera de la oficina. Este control se ha convertido en clave con el incremento del teletrabajo en medio de la pandemia de coronavirus.
Un estudio de Capterra, centrado en empresas españolas de tamaño medio y pequeño, revela que 1 de cada 2 trabajadores (48 %) es vigilado por su empleador. Solamente un 7 % no sabe si su empresa lo monitoriza.
Esta monitorización tiene que ver con cuestiones como la asistencia para control de horarios, actividad del ordenador (por ejemplo, el uso de navegador o incluso el registro de la escritura en el teclado), vigilancia con cámaras, la carga de trabajo (desde control de objetivos y lista de actividades a indicadores de rendimiento) y la comunicación digital mediante email, chats y videollamadas.
Se constata que la implantación de herramientas de vigilancia y control para estas cuestiones ha crecido con la crisis sanitaria.
Las organizaciones deben informar de ello a los trabajadores y la mayoría dice que sabe cuáles son sus derechos y también cuáles son las actividades controladas desde arriba. Hasta un 81 % de los empleados monitorizados habría recibido las correspondientes explicaciones.
Igualmente, 8 de cada 10 trabajadores opinan que la empresa almacena sus datos de forma segura y que también los manipula con la seguridad en mente.
Pero Capterra advierte que hay margen de mejora en comunicación. El 36 % de los encuestados requiere más datos y casi una quinta parte confiesa que nadie le ha explicado sus derechos, por lo que no habrían dado su consentimiento.
Un 52 % de los empleados que están siendo vigilados se muestra conforme con ello. Y el 44 % de los encuestados cree que esta monitorización es positiva para la empresa. Y eso que también hacen constar preocupaciones sobre la invasión que supone a su privacidad, el daño a la confianza, el estrés o la baja moral que esta práctica conlleva.
Una alternativa serían las soluciones de automonitorización para que los propios trabajadores midan parámetros de su actividad y optimicen los niveles de productividad. Ahora mismo un 37 % de los españoles interrogados sobre su implantación cree que no influirían en su motivación para conseguir los objetivos marcados. Y un 30 % dice que se sentiría menos motivado.