Los ámbitos de aplicación de las redes sociales corporativas son múltiples, desde redes corporativas para instituciones de formación que facilitan la relación entre la propia institución, el profesorado y el alumno, a las redes de antiguos alumnos, hasta empresas que crean entornos corporativos de aprendizaje organizados por temáticas o departamentos. También merece la pena mencionar las redes de expertos que surgen como complemento a los procesos formativos presenciales.
Pero, ¿qué elementos son indispensables en la creación y puesta en marcha de estas redes sociales corporativas? Estos entornos tienen que respetar ciertas características:
– Mejoren los entornos previos de comunicación y formación online. A este respecto deben conseguir aumentar las funcionalidades de adquirir y compartir información y conocimiento, sin lesionar anteriores posibilidades.
– Deben configurar de forma adecuada el acceso a la información y los contenidos de los distintos perfiles (usuarios, expertos, coordinadores, animadores, etc.). Es decir, deben facilitar las funcionalidades adecuadas a cada uno. A su vez, dentro de este punto se incluye la necesidad de limitar el uso de los recursos tecnológicos (quién puede publicar, límites de volumen archivos, uso del vídeo…) para dimensionar correctamente los costes del soporte.
– Disponibilidad de estadísticas que posibiliten un buen análisis del flujo de comunicación y participación de los distintos tipos de usuarios.
– Integren recursos existentes ya en Internet a través de links o ventanas.
– Facilite recursos y herramientas para el trabajo colaborativo entre equipos y personas distantes o no geográficamente.
Las comunidades creadas sobre estos entornos potencian el sistema de aprendizaje (Learning Management System, sus siglas en inglés LMS) de la institución. Los individuos de las redes generan sus propios contenidos a través de las herramientas de web 2.0, como wikis, blogs, foros o RSS, lo que da como resultado la creación del portfolio electrónico de conocimiento del individuo y de las comunidades en la red.
Todo ello se integra en una aplicación que permite administrar, distribuir y controlar las actividades de formación o el conocimiento de una institución u organización, y que es lo que, en último término, realmente favorece ese entorno de aprendizaje colaborativo y de formación continua.
En las entidades, el conocimiento (del mercado, de los clientes, del desarrollo el negocio, etc.) está diseminado por toda la organización, por ello, las redes sociales corporativas se conciben como un vehículo extraordinariamente eficaz para transferir, formal o informalmente, ese conocimiento que aporte a la compañía ventaja competitiva para posicionarse y operar en el mercado sin peligro de que esta información sensible ‘traspase’ las fronteras invisibles de la organización.
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