Cinco son las que se fijó Isaac Asimov para sus predicciones, tratando de avanzar en 1964 cómo sería el mundo medio siglo después: iluminación, robótica, pantallas, telecomunicaciones y exploración espacial, entre otros.
Recordemos también que una de las más celebradas obras de Asimov fue la saga de la Fundación donde apareció la disciplina imaginaria de la psicohistoria, capaz de prever el devenir de los acontecimientos históricos y de las relaciones sociales entre grupos de individuos de manera científica, lo que suponía conceder carta de naturaleza a las predicciones más allá de las pseudociencias… aunque fuese en una narración.
Con motivo de la celebración en Nueva York de la Feria Universal publicó Asimov en The New York Times sus vaticinios sobre el estado tecnológico del mundo 50 años más tarde y ese día ha llegado así que es el momento de repasar sus predicciones.
Algo en lo que acertó aunque tampoco supone más que una cierta evolución sobre lo que ya había entonces es en la profusión de tecnologías de iluminación, al referirse a paneles que cubrirían las paredes cambiando sus colores con sólo tocar un botón. Cualquier discoteca, concierto multitudinario o emplazamiento comercial céntrico puede ser buen ejemplo. Hilando fino incluso podríamos concederle el acierto sobre la moderna tecnología LED cada vez más habitual y versátil.
También en este apartado se refirió a las ventanas inteligentes capaces de variar su opacidad, una tecnología existente pero no demasiado común y que todavía figura entre las tecnologías en las que diversos laboratorios trabajan de forma experimental.
En cuanto a la robótica si bien Asimov anticipó que tendría un papel mayor que hace medio siglo también supo ver que no se habría generalizado y aún no ofrecería un funcionamiento perfecto, apostando eso sí por la miniaturización y su presencia en el hogar, especialmente en la cocina: desde una Nespresso a una Thermomix ya entraban en sus planes, incluyendo la capacidad de programar estos dispositivos para que nos preparan la comida o el desayuno a la hora deseada. Microondas, lavadora, secadora, lavavajillas, incluso las aspiradoras robotizados estilo Roomba ya estaban en la mente del visionario Asimov.
También estimaba que los robots llegarían al terreno industrial y laboral, como así ha sido con las gran cantidad de fábricas robotizados o la mecanización constante en la ofimática, de hecho sus palabras fueron “habrá pocas tareas rutinarias que no pueda efectuar una máquina en lugar de un ser humano”.
Si bien ya en la década de los 60 no resultaba extraordinario que se proyectasen películas en 3D Asimov sí que acertó de pleno al hablar de pantallas planas de televisión, o según sus términos pantallas-pared, algo que hoy día sí puede encontrarse en muchos hogares en los que televisores LCD o LED de escaso grosor cuelgan en la para sin sobresalir mucho más que el marco de un cuadro ofreciendo imágenes en tamaños inconcebibles para los telespectadores de hace cincuenta años.
Lo inalámbrico también llamo la atención del escritor aunque se centró más en la obtención de energía sin cables que en las telecomunicaciones hoy omnipresentes con smartphones y tablets. Aunque ya hace unos años que existen dispositivos capaces de recargar se de manera inalámbrica esta tecnología dista de estar tan extendida como sin duda imaginó que estaría hoy.
En lo que no andaba nada desencaminado fue en lo relativo a videoconferencias al asegurar que tal día como hoy sería común que la imagen acompañase al sonido en las llamadas telefónicas, pudiendo además compartir fotografías y documentos.
Por último, cuando en 1964 la carrera espacial tenía puesto el objetivo en la Luna y era fácil contagiarse del entusiasmo Asimov tenía bastante claro que una cosa era preparar un viaje de un par de días hacia nuestro cercano satélite y otra bien distinta enviar una nave durante un mínimo de nueve meses en el más favorable de los casos a aterrizar en Marte. Por ello acertó de pleno al hablar de que 50 años después habríamos enviado nave robotizadas a Marte pero aún no habría llegado allí ningún hombre.
En su artículo Asimov menciona otros avances que tendríamos hoy día, como los invernaderos subterráneos, instalaciones solares en lugares desérticos, medios de transporte de baja fricción (como los trenes de levitación magnética, existentes desde hace años pero aún en tramos experimentales) y curiosamente fue capaz incluso de mencionar algo que hoy día reconoceríamos al referirnos al automóvil auto guiado de Google cuando habló de automóviles a los que el pasajero indicaría el destino pudiendo llegar al mismo sin tener que intervenir en su conducción.
En 1964 se iniciaba la era del satélite y Asimov era consciente de que gracias a estos dispositivos se potenciaría la comunicación, pero también fue capaz de vislumbrar cómo funcionaría la comunicación con fibra óptica mediante pulsos de luz.
Por adelantarse, Asimov fue capaz de atisbar hace cincuenta años el problema de superpoblación que tendríamos en 2014, aunque se quedó corto al cifrarla en 6.500 millones de habitantes cuando ya hemos superado los 7.000 millones. Ofrece en su texto algunas reflexiones y posibles soluciones al respecto, así como el vaticinio de que en el año 2.450 la Tierra sería un planeta-ciudad al estilo de Coruscant en “Star Wars”. Como podéis comprobar, un artículo más que interesante a pesar de tener medio siglo de antigüedad, así que os ofrecemos el enlace al mismo por sí queréis profundizar en su lectura.
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