Hay patentes de muchos tipos. De corso. De contramarca. De navegación. De sanidad. De invención. Esta última acredita a aquella persona o empresa que la obtiene como la autora de un invento, tal y como su nombre indica, y también como la dueña legítima de todos sus derechos. Y dentro de ellas podríamos incluir aquellas patentes que versan directamente sobre software. En España, y en general en Europa, no existe una cultura férrea que insta a solicitar este tipo de patentes sobre realidades en cierto modo “intangibles”, porque son más complicadas de registrar. En toda una potencia de la industria tecnológica como es Estados Unidos, sin embargo, la situación es bien diferente.
Obviamente, a las compañías de renombre les interesa que no haya cambios. Y, mientras las autoridades competentes revisan si hay que seguir dando validez a este modelo o no, y bajo qué supuestos habría que mantener algunas patentes, sus artífices nos ponen los dientes largos con las ideas que van atando bajo candado en diversas áreas. Tan sólo en 2013, la USPTO concedió un lote de 277.835 patentes, lo que supone todo un récord en su historia. Hasta 18 empresas del medio centenar al que más solicitudes le fueron aprobadas resultaron ser firmas locales, esto es, estadounidenses. Y, entre ese top 50, Apple se sitúa en decimotercer lugar con 1.775 títulos nuevos, según los cálculos de IFI CLAIMS Patent Services.
De una pantalla metálica flexible a la identificación de receptores para mensajes
Este año los chicos de Cupertino ya nos han sorprendido con unas cuantas peticiones más. ¿Qué tipos de cosas ocupan su cartera de futuribles? Una de las últimas propuestas de la que nos hemos enterado consiste en un método para fabricar paneles a base de metal, garantizando su resistencia y su conducción, pero también su flexibilidad sin tener que recurrir a materiales orgánicos y sin peligro de rotura. Ya en enero, Apple le daba vueltas a la actual tecnología de pantallas, sobre todo a las que lucen los dispositivos móviles, con el objetivo de potenciar su tactilidad mediante la incorporación de sensores de fuerza pensados para diferenciar entre gestos voluntarios y accidentales.
Otros documentos que llevan la huella de Apple y que han ido viendo la luz durante estos cinco primeros meses del año se refieren a dispositivos que alertan “motu proprio” cuando han llegado al fin de su vida productiva o cuando alguno de sus componentes ha envejecido tanto que necesita ser sustituido, ya sea por su calentamiento, el estado de los circuitos o un uso intensivo, entre otras cuestiones. A sensores que aporten datos medioambientales y de temperatura externa y corporal. A unos cascos inteligentes que midan la actividad física, sudoración y ritmo cardiaco de su portador. A un sistema que bloquee el uso del teléfono móvil, o funciones concretas como el tecleo de mensajes, mientras se conduce. A la opción de editar errores tipográficos después de haber pulsado la tecla de confirmar un mensaje. Y a una solución que impida enviar textos a receptores que nunca deberían haber entrado en la ecuación.
¿Ha perdido Apple su chispa? ¿Volverá a prenderla?
Con el iPhone 6 se sospecha que hará precisamente eso, reproducir lo que otros ya han hecho antes: las pantallas de gran tamaño para teléfonos móviles, coqueteando con el concepto de phablet. Si los rumores están en lo cierto, ahondará en la diversificación de su estrategia con un modelo de 4,7 pulgadas y otro de más de 5. Esto no supone la misma variedad de catálogo que Samsung y demás rivales, pero sería un primer paso. Eso sí, un paso algo lejano. Dado que el nuevo teléfono no debería pisar la calle hasta después de verano y, teniendo en cuenta que la materialización de patentes en el mundo real suele llevar su tiempo, Apple tendrá que intentar sorprender antes de otro modo. El WWDC es una oportunidad magnífica para ir renaciendo. Pero ésa es ya otra historia que os contaremos la semana que viene.
En la segunda mitad de este reportaje nos centraremos en la parte amarga de las patentes: sus guerras y el particular historial de Apple en esta coyuntura.
Girará en torno a tres temáticas: desinformación, contrainteligencia y credenciales expuestas.
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