En EEUU, la policía y la Universidad de Michigan han colaborado para recrear con una impresora 3D los dedos de un hombre asesinado y poder desbloquear su teléfono en busca de pistas.
Si el método funciona, mostrará otra evidencia de que las huellas dactilares no son tan inquebrantables para proteger el acceso a nuestros dispositivos móviles.
Además, este caso podría sentar un precedente en el acceso con mayor facilidad a los datos personales albergados en los smartphones. Si se detiene a una persona y se le confisca su dispositivo móvil, simplemente una exploración de huellas dactilares permitiría a la policía hacer una réplica para desbloquear el terminal y recoger toda la información contenida en él.
Normalmente los teléfonos bloqueados con huellas dactilares también requieren un PIN si no se han utilizado en 48 horas o si se han apagado y se han vuelto a encender. Solo en ambos supuestos las huellas por si solas no ayudarían a desbloquear el dispositivo.
Este suceso vuelve a abrir el debate sobre la transaparencia de los gobiernos y las fuerzas estatales en el manejo de los datos digitales de los usuarios.
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