Las empresas regulan el uso de las redes sociales entre sus empleados
Unidad Editorial reabre el debate sobre la conveniencia de limitar el uso que los trabajadores hacen de plataformas como Facebook o Twitter, cuestión que trasciende de las compañías de carácter periodístico.
Hace unos días, Unidad Editorial –empresa editora de importantes cabeceras como El Mundo, Expansión o Marca– reabría el debate sobre el uso que los periodistas hacen de las redes sociales. Y lo hizo a través de una nota interna enviada por la dirección a sus redacciones, que rápidamente fue filtrada a la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) y de ahí, directamente, a las propias redes sociales. En la nota, el grupo periodístico informaba a sus empleados del inicio de “un proceso de reflexión interna” que debía conducir “a una regulación adecuada y al establecimiento de un código ético” en materia de redes sociales.
Aunque este tipo de códigos son habituales en muchas empresas, incluidos los medios de comunicación, tres fueron los puntos que más polémica levantaron en los mentideros virtuales, y muy especialmente en Twitter. Paradójicamente, antes de tratar estos puntos, la compañía animaba al uso de este tipo de plataformas, por su gran capacidad “para potenciar la proyección de las cabeceras del grupo y la divulgación de sus contenidos”.
Sin embargo, el comunicado también lamentaba que, ante la falta de un control previo, las intervenciones de sus profesionales en las redes sociales no siempre fueran “en sintonía con los intereses de las publicaciones para las que trabajan”.
En este sentido, se animaba a que los periodistas “se cercioren de que sus informaciones y opiniones no representan un claro antagonismo o son perjudiciales para los intereses de su cabecera” y, posteriormente, se advertía de que es “inapropiado entrar en debates estériles, responder a provocaciones o abundar en cuestiones personales”. Por último, en la nota se prohibía “la participación en las redes sociales en horario de trabajo, si no es con fines exclusivamente profesionales”.
El resto de puntos del comunicado abogaban por cuestiones que responden a la lógica de la propia labor periodística, como no publicar informaciones si no están “totalmente contrastadas” o no difundir “contenidos, ni mucho menos exclusivas, a no ser que formen parte de una estrategia pactada con la dirección editorial”. En definitiva, lo que todo periodista debe hacer antes de publicar un contenido informativo, independientemente de cuál sea el medio en que lo haga.