El auge de la movilidad eléctrica ha llegado también al ámbito empresarial en España, respaldado por diversas ayudas y programas de incentivos, incluida la reciente apertura de la tercera convocatoria del plan MOVES Flotas que forma parte del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia financiado por la Unión Europea-NextGenerationEU. Según un informe del Arval Mobility Observatory, el 84 % de las empresas españolas ya ha incorporado o está considerando agregar vehículos eléctricos a sus flotas en los próximos tres años.
El componente medioambiental desempeña un papel fundamental en la motivación de las empresas para realizar esta transición. Cada vehículo eléctrico puede reducir significativamente las emisiones de CO2 a lo largo de su vida útil, lo que refuerza el compromiso con la sostenibilidad. Además, la legislación cada vez más restrictiva, que requiere que todos los turismos y furgonetas nuevas sean “cero emisiones” a partir de 2035 en la Unión Europea, también impulsa este cambio.
Junto con los beneficios ambientales las empresas están sumando ventajas adicionales al adoptar la movilidad eléctrica. Entre la mismas se incluyen un coste de repostaje más económico, mayor eficiencia energética, reducción de la carga impositiva (como el impuesto de matriculación al adquirir vehículos eléctricos), mayor libertad de movimiento (especialmente en zonas de bajas emisiones o de carga y descarga en el centro de las ciudades), disponibilidad de ayudas públicas y privadas y una mejora en la reputación y la imagen de marca.
Al renovar sus flotas algunas empresas optan por adquirir vehículos eléctricos completamente nuevos, mientras que otras están recurriendo a empresas como Bischione, que se especializa en la conversión de vehículos clásicos aléctricos al final de su vida útil. Esta práctica no solo fomenta la movilidad sostenible sino también una economía circular.
Sin embargo el camino hacia la movilidad eléctrica empresarial presenta desafíos financieros, que incluyen la adquisición de vehículos electrificados y la inversión en infraestructura de carga. En este sentido entidades como BBVA ofrecen asesoramiento y financiación para aprovechar las ayudas públicas destinadas a fomentar la movilidad eléctrica y para implementar sistemas de recarga que generan ahorros significativos a largo plazo.
A pesar de las ventajas aún existen obstáculos para la adopción generalizada de flotas eléctricas en las empresas, como los costes iniciales de los vehículos, la autonomía limitada y la infraestructura de carga en evolución. Sin embargo los expertos destacan que en última instancia las ventajas superan con creces estos desafíos, instando a las empresas a adoptar una visión a largo plazo que promueva la movilidad eléctrica como un agente del cambio y una inversión estratégica clave para el futuro.
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