Las empresas, en busca de su “ardilla violeta”
Son ejemplares únicos, escasos y tremendamente rentables. Capaces de materializar una idea y llevarla al éxito.
El término purple squirrel o ardilla violeta se utiliza en el ámbito empresarial para definir a los candidatos únicos, difíciles de encontrar por su escasez y extraordinarias características; el perfecto equilibrio de aptitudes que poseen. Tremendamente codiciados son conocidos por su gran capacidad de innovación.
Contratar una ardilla violeta puede impactar mucho más en los intereses del negocio que todas las demás contrataciones combinadas en un año. Una vez dentro de la empresa pueden cambiar la dirección del negocio y su funcionamiento en el mercado. Siempre en la buena dirección.
Un ejemplo. Tony Fadell, trabajador de Philips y visionario, que concibió el concepto de MP3. Apple le contrató y la idea se transformó en uno de los grandes productos en la historia de la compañía de Cupertino, el iPod.
Una idea brillante y una materialización de la misma más brillante aún.
Una persona como responsable de unos ingresos de miles de millones de dólares. Una sola persona; una ardilla violeta.
Es difícil sin embargo dar con una de ellas en un clásico proceso de reclutamiento. Hay un alto componente de suerte en todo esto, sin lugar a dudas. Además, los procesos de selección de personal no son capaces de dar con las pistas que les lleven a dar con uno de estos brillantes empleados.
Los formalismos como la obligación de una trayectoria académica brillante eclipsan unas aptitudes superiores que no pueden medirse por ningún tipo de formación académica.