Esta tarde-noche, entre las 20:30 y las 21:30 horas, millones de personas apagarán las luces de sus hogares para “encender el planeta”. Y no sólo ciudadanos. Instituciones y empresas de todos los rincones del globo han sido llamadas por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) a secundar un apagón de 60 minutos en ayuntamientos, oficinas, monumentos históricos, platós de televisión y recintos educativos, entre otras instalaciones que consumen grandes cantidades de electricidad. Cada uno en sus horas locales y todos ellos con el objetivo de unir fuerzas contra el cambio climático.
La iniciativa, conocida como La Hora del Planeta, surgió en la ciudad australiana de Sydney y desplegó su magia por primera vez el último sábado de marzo de 2007. En aquel entonces las cuotas de participación rondaron los 2 millones de individuos. Un año más tarde, habitantes de 400 localidades en 35 países pertenecientes a los 6 continentes se animaron a quedarse a oscuras, llevándose por delante la iluminación de enclaves míticos como el Coliseo de Roma, el puente Golden Gate de San Francisco o la Montaña de la Mesa en Ciudad del Cabo. Y en la última convocatoria antes de hoy las cifras se multiplicaron hasta cotas récord de 1.800 millones de participantes, más de millón y medio de visitas a la página web oficial y casi 75 millones de menciones en Google sobre la causa.
El gesto es simbólico, pero por sí solo es capaz de ahorrar niveles considerables de energía. Además, esta sexta edición es especial porque marca el primer periodo de cumplimiento del Protocolo de Kioto. Según datos oficiales, una ciudad de las dimensiones e infraestructuras de Bangkok puede reducir su consumo en más de 73,34 megavatios. O en 41,6 toneladas de dióxido de carbono. ¿Y cuánto es una tonelada de CO2? Lo que genera en un año la calefacción a gas de un piso de tres habitaciones, catorce mil kilómetros de viaje en coche o nada menos que veinte vuelos de ida y vuelta entre Madrid y Barcelona. Otras zonas, como Nueva Zelanda han llegado a reportar reducciones de hasta el 13% respecto a su factura energética habitual. Y con el uso más racional de los recursos se podría aminorar la contaminación lumínica y contrarrestar los devastadores efectos del calentamiento global, léase sequías, tsunamis o extinción de especies animales.
La unión hace la fuerza
Pero la propuesta de la WWF no está sola es sus pretensiones. En Estados Unidos, La Hora del Planeta coincide con la National Dark-Sky Week. Esto es, algo así como La Semana Nacional del Cielo Oscuro durante la cual se promueve apagar aquellos puntos de luz que no sean necesarios para mantener la seguridad y salir a la calle para contemplar la belleza del paisaje nocturno. Por una parte se intenta reducir el nivel de polución lumínica aunque sea temporalmente y, por otra, se aboga por la implementación de sistemas de alumbrado que dirijan la luz de forma adecuada, al suelo en vez de al cielo. También se organizan fiestas de estrellas durante la luna nueva de abril.
Otro evento verde nacido en Norteamérica es el Día de la Tierra, que comenzó el 22 de abril de 1970 como fiesta nacional con la que tomar conciencia de los recursos naturales del ecosistema y que en los años 90 se globalizó, alcanzando ya más de 175 países. Sus actividades y objetivos son prácticamente idénticos a los del Día Mundial del Ambiente, que se puso en marcha el 5 de junio de 1973 a instancias de la Organización Mundial de las Naciones Unidas y que cada edición tiene una sede diferente. El anfitrión de este año será Brasil, que repite por segunda vez en su historia, bajo el tema “Economía verde: ¿Te incluye?”.
El gobierno canadiense lanzó a finales de la década pasada una campaña para concienciar sobre la necesidad de reducir el consumo de energía conocida como Flick Off, especialmente dirigida a los jóvenes, todavía vigente y sustentada por diverso material didáctico. Mientras que en uno de los países más contaminados y con mayores emisiones de gases de efecto invernadero, La India, se hizo famosa la propuesta 88888 Lights Out que solicitaba la interrupción de la iluminación durante 8 minutos el día 8 de agosto de 1998 a las 8 de la tarde, de ahí los cinco números de su denominación. Este tipo de ejemplos se suceden en otras partes de un maltratado planeta en el que los gestos individuales, como desenchufar los aparatos electrónicos que no se utilizan o mantener a oscuras las habitaciones vacías, marcan la diferencia.
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