Las 10 razones más usadas por Apple para rechazar una aplicación

El mundo es cada vez más móvil. Lo vemos en las ventas de dispositivos, donde los consumidores van decantando la balanza hacia modelos como las tabletas que en 2015 ya desbancarán a los ordenadores. En la distribución de las bandas del espectro electromagnético, con el objetivo de procurar espacio para el Internet móvil y atender así a la demanda que se palpa en la calle. E incluso en la adaptación del entorno empresarial a los modos y pensamientos de lo que se conoce como nativos digitales, mucho más proclive a asumir nuevos retos, a incorporar las nuevas tecnologías a sus funciones y a trabajar con independencia del momento y lugar.

Usar terminales propios en la oficina, liberarse del escritorio y moverse ya no es una propuesta de futuro, sino una realidad. Y esto no es posible únicamente gracias a la miniaturización del hardware, sino también por la proliferación de software de lo más variado. Cualquier persona puede a día de hoy relacionarse con sus contactos a través de SMS, mensajes instantáneos, comunicaciones fugaces, correos electrónicos o incluso llamadas de vídeo, todo ello desde un mismo dispositivo: su fiel smartphone. También será capaz de editar documentos, gestionar cuentas en las redes sociales, tomar fotografías de lo más creativas, entretenerse con juegos, comprar online, tramitar reservas, poner a prueba su rendimiento físico… y así hasta un largo etcétera.

Cuando no todo vale…

Hay prácticamente apps para todo. La tarea de desarrollar aplicaciones móviles puede resultar apasionante. Los usuarios parecen hambrientos de nuevo material, los fabricantes son conscientes de que contar con un amplio catálogo de programas bajo su protectorado es uno de los argumentos más contundentes que pueden blandir para sumar más y más adeptos y, sobre todo, no hay signos de que el “boom” vaya a decaer pronto. Pero es una profesión que también tiene sus dificultades. Se calcula que una parte amplia de la comunidad de desarrolladores, conformada por el 88% de sus integrantes, se reparte el 11% de los ingresos. No pinta fácil abrirse hueco.

Además de controlar la parte puramente técnica, un desarrollador también debe tener el suficiente olfato como para decidir qué tipo de aplicación podría calar entre los usuarios y cuáles están condenadas al fracaso. Otro escollo a salvar es el conjunto de directrices que imponen las app stores para darle el visto bueno a los postulantes que quieren unirse a la fiesta del contenido móvil. Por lo tanto, se precisa tino para que los responsables de dichas tiendas acepten nuevas propuestas. Microsoft ha explicado recientemente cómo filtra los programas que no desea en su market. Y ahora Apple ha decidido compilar los motivos que le llevan a rechazar los desarrollos de terceros con mayor frecuencia.

El decálogo de los errores

La revelación tiene su valor, ya que la App Store de la firma de la manzanita mordida está considerada como una de las más exigentes a la hora de tramitar la recepción de nuevas aplicaciones y la actualización de las ya existentes. Este halo de severidad no significa que sea imposible colar material imperfecto en su interior, pero da ciertas garantías de calidad y protección a quienes la visitan. Si estás interesado en desarrollar una aplicación para iOS, te recomendamos que empieces por conocer cuáles son los errores que penaliza Apple. Toma buena nota. Casi 6 de cada 10 aplicaciones que no han pasado el corte del gigante de Cupertino se han caído de la lista definitiva por alguna de estas razones:

1.El desarrollador ha aportado pocos datos sobre la aplicación que ha conseguido elaborar o no ha resuelto todas las dudas que puede generar su idea a la hora de evaluarla. Aquí se incluyen las credenciales necesarias para iniciar una sesión de prueba, detalles de configuración que supongan alguna diferencia a la hora de usarla y la propia información de contacto.

2. La aplicación contiene bugs. Si la app presenta problemas de seguridad o rendimiento, incidiendo en cuelgue tras cuelgue… tras cuelgue, prepárate para recibir una sonora negativa. Lo normal es que el trabajo haya pasado una fase de sondeo previo con una comunidad de voluntarios para comprobar su estabilidad. Nunca pases esta fase por alto.

3. Incumplimiento de los términos que figuran en el contrato de licencia o Developer Program License Agreement que se ha firmado con Apple. Así de simple. La compañía californiana ha establecido unos estándares mínimos que toda aplicación para iOS está obligada a respetar y unas reglas que sus creadores deben cumplir.

4. Desviarse de los mandamientos de iOS 7. O, dicho en otras palabras, diseñar interfaces que entorpezcan la experiencia final. “Apple pone el listón muy alto”, recuerda la compañía a la hora de explicar por qué deniega la publicación de ciertas apps. “Si tu interfaz de usuario es compleja o menos que muy buena, puede ser rechazada”.

5. Las imprecisiones. No sólo la interfaz debe ser sencilla y directa. Esta exigencia impera también a la hora de bautizar la aplicación, al redactar la descripción por la que se guiarán los consumidores cuando rastreen la tienda y al aportar las propias capturas de pantalla. Todos estos elementos deben ser fieles a la funcionalidad de la app y reflejar su esencia.

6. El fraude, la copia, las malinterpretaciones, las falsas promesas. No puede haber dos aplicaciones iguales. Si ya existe cierta aplicación aprobada en la Apple App Store, otra que postule a ser lanzada tiene prohibido llamarse del mismo modo o utilizar incluso una iconografía similar, porque engañaría a los usuarios. Por supuesto, tampoco se puede dar a entender que la aplicación sirve para algo que no se ajusta a la realidad.

7. Cambiar de nombre. Apple advierte de que “los nombres de aplicaciones en iTunes Connect y el que se muestra en un dispositivo debería ser similar”. De nuevo, el objetivo es evitar confusiones y proteger a los usuarios de iOS. No hay nada más irritante que creer que se ha descargado la aplicación que se buscaba cuando en realidad se está ante una falsificación.

8. Usar textos de prueba o incompletos. Está bien utilizar frases de prueba y sin sentido completo mientras se diseña un producto, por ejemplo para confirmar cuánto espacio ocupa un texto o cómo se distribuirán a su alrededor el resto de elementos. Pero cuando sea hora de mostrar la app al público, este contenido debe ser sustituido por otro útil y aparente. Lo mismo ocurre con las imágenes.

9. Calificaciones inadecuadas. Si se cataloga o valora una aplicación de forma incorrecta, Apple podría optar por modificarla o bien, directamente, eliminarla de su catálogo de apps. La honestidad siempre es un grado. Desde Cupertino señalan que “los desarrolladores son responsables” de esta asignación.

10. Trabajo no finalizado. Todo aquello que huela a beta o aplicación en pruebas está condenado a ser desestimado. Puede que no contenga demasiados errores o que los desarrolladores no tengan malas intenciones al sacarlas al público, pero Apple no acepta versiones de apps que no hayan salido del cascarón.

Más allá del decálogo

Y eso no es todo. Apple puede desestimar tu trabajo por considerarlo ofensivo. También entra en consideración el valor real de la aplicación. Si es repetitiva, no ofrece demasiadas funcionalidades o si “sólo se dirige a un pequeño nicho de mercado”, corre el riesgo de quedarse fuera. Del mismo modo, Apple descarta las meras transposiciones de sitios web y la publicidad mal insertada. A la hora de añadir enlaces, hay que revisar que todo esté en orden. Que un link no redireccione correctamente o el hecho de que se te haya olvidar incluirlos es sinónimo de fracaso, especialmente a la hora de indicar la política de privacidad y la de soporte técnico. Por último, no insistas en enviar el mismo material una y otra vez, porque la falta de creatividad es penalizada y podría acabar perjudicándote.

Mónica Tilves

Licenciada en Xornalismo por la Universidad de Santiago de Compostela en la especialidad de Periodismo Electrónico y Multimedia. Apasionada de los gadgets, la fotografía digital, el diseño web y el arte. Tras un primer contacto con el mundo de la prensa escrita y con la suficiencia investigadora debajo del brazo, me decanto por los medios online. Cubro la actualidad informativa en Silicon Week desde 2011, además de colaborar en otras publicaciones del grupo NetMediaEurope en España como Silicon News. Ahora en Silicon.es.

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