La internet de las cosas
Imagina este escenario: estoy en un supermercado y meto en el carrito de la compra una lata de tomates. Inmediatamente se enciende una luz verde en mi móvil que me indica que he hecho una buena elección. A continuación cojo una botella de vino, pero esta vez es la luz roja de mi móvil la que se enciende, es decir, la elección no ha sido buena.
Esto sólo sería posible si tuviésemos un “mecanismo de resolución universal” para cada entidad del mundo.
Pero, ¿qué quiero decir con “mecanismo de resolución universal”? En Internet tenemos algo llamado DNS (Domain Name System). Cuando yo escribo “yahoo.com” en el navegador, hay un servicio situado en múltiples servidores distribuidos por todo el mundo que ayudan a “resolver” la nemotecnia “yahoo.com” y convertirla en una dirección IP numérica que la máquina pueda entender.
Esto funciona muy bien para resolver nombres de dominios pero no sucede lo mismo para resolver entidades existentes en el mundo real, entendiendo por entidades tanto personas, como cosas o lugares.
Amazon, por ejemplo, lo ha hecho muy bien con los libros y los ISBN, de manera que lo tiene todo localizado en un catálogo.
Lo interesante sería por ejemplo tener algo parecido con las personas. Porque yo no sé si darren@yahoo.com es el mismo que Darren_water@yahoo.com. Porque en Internet no hay forma de “resolver” a las personas a través de su nombre, de ahí que se utilice desde hace tiempo los números de identificación personal, como los DNI.
Los móviles han resuelto bastante bien algunas de nuestras identidades. Mi teléfono sabe qué hora es, dónde estoy (con un GPS o gracias a la red móvil) y esta información puede introducirse en Yahoo (o podrá hacerse algún día), de forma que el sistema nos diga: “¡Vaya, estás en Alexandra Palace, es 15 de mayo, son las 7 de la tarde, por lo que debes estar en el concierto de Madonna!”
Y a esto es a lo que nos encaminamos: un mundo donde el qué, el quién, el dónde y el cuándo puedan ser generados, leídos y resueltos de forma automática por las máquinas.
La cuestión es establecer quién va a decidir la ID digital para los objetos del mundo real, si necesitamos una estandarización o no y en qué grado.
Ahora mismo, tenemos una gran cantidad de datos almacenados, datos de todo tipo, en sistemas de almacenamiento cada vez más baratos y grandes. Por ejemplo en Flickr se almacenan datos sobre el modelo de cámara, la velocidad de disparo, la lente utilizada, etc. De esta forma, los usuarios pueden buscar entre los millones de fotos que guarda Flickr con el criterio “todas las fotos hechas con la cámara Canon PowerShot SD800 IS”. Esto es muy útil por ejemplo para alguien que quiera decidir qué cámara comprar.
Si unimos estas bases de datos a los sistemas de identificación llegamos al supermercado otra vez.
En mi móvil veo precios para esa lata que venden en la tienda de mi barrio. Además sabe quién soy yo, dónde estoy, dónde vivo y me ayuda a tomar la decisión más inteligente sobre si el precio está bien o no.
Adaptación de Diana Delgado de un artículo de Bradley Horowitz del 29 de junio de 2007.
vINQulos
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