La gravedad de Jobs como motivo para su trasplante, puesta en entredicho
Recientemente un hospital de Memphis reconocía haber llevado a cabo un trasplante de hígado al jefe ejecutivo de Apple, Steve Jobs, arguyendo como causa principal para la rápida intervención sus características compatibles con el órgano y sus malas condiciones de salud, en comparación con el resto de enfermos de la lista de espera.
La polémica ha surgido en diferentes medios, que afirman que la rapidez de la operación respondería en realidad a la popularidad y abultada cartera del ejecutivo. Así, el USA Today emite sus sospechas, incidiendo en que las lista para este tipo de intervenciones llega a las 16.000 personas.
Para obtener una de estas operaciones el enfermo debe ser evaluado por el personal médico, lo que obliga a que éste se persone en el hospital en siete u ocho horas desde que se le avisa, lo cual si el individuo reside en otro estado es difícil de conseguir a no ser que se disponga de un jet privado o la posibilidad de alquilar un avión, aspectos no asequibles para cualquier bolsillo. Por otro lado, la compra de un trasplante va contra la ley federal.
La operación ha generado también cierto resquemor en el entorno de los inversores, puesto que la salud de Jobs estaría en un escalafón de gravedad mucho mayor que la que se había informado en primer término, y posteriormente, tras comunicar su “desajuste hormonal”. En principio, las compañías no están obligadas a divulgar informaciones sobre los expedientes médicos de sus ejecutivos, pero sí a revelar “materiales” que puedan ser relevantes para que los inversores tomen sus decisiones.
En este sentido, la ocultación del estado de salud del CEO de Apple habría supuesto la vulneración de las normas federales de valores, según informa Los Angeles Times. “Si intentaron reducir el impacto de la divulgación de su mala salud y lo hicieron de forma engañosa intencionadamente eso es tan malo como mentir”, señala Jeffrey C. Soza, un ablogado de valores de la firma Glaser, Weil, Fink, Jacobs, Howard & Shapiro en Los Angeles.