El año 2015 empezó con una novedad legislativa que afectará a todos los consumidores de productos y servicios digitales, pero de la que solo se enteraron aquellos a los que afectaba más directamente: las empresas de ecommerce que venden ese tipo de productos. ¿La novedad legislativa? Un cambio importante en la normativa europea del IVA que afecta de forma específica a las compras de bienes digitales realizadas a través de Internet.
El cambio es fácil de explicar y entender: hasta ahora, las tiendas de ecommerce al realizar sus ventas aplicaban el tipo de IVA del país en el que estaban. Es decir, daba igual dónde estuviera el comprador, la tienda aplicaba siempre el mismo porcentaje de IVA estipulado por la legislación nacional del país en el que estaba inscrito. Desde este 1 de enero, no obstante, el IVA debe de ser el del país del comprador.
Las razones del cambio son fáciles de entender. Lo de aplicar el IVA del país propio tenía su lógica y es como funcionan el resto de las transacciones comerciales, pero la llegada de Internet y de los productos y servicios puramente digitales hizo que esa lógica se tambalease. Especialmente cuando grandes multinacionales como Amazon decidían que su domicilio oficial europeo estuviese en Luxemburgo para aplicar solo su 3% de IVA, como pasaba hasta ahora.
La situación resultante era de competencia desleal: si un usuario español y residente en España iba a comprar un ebook y comparaba los precios en distintas tiendas, se encontraba con una diferencia de precios muy grande. Al precio base, los negocios españoles estaban obligados a sumar un 21% de IVA. Amazon, mientras tanto, ofrecía un precio mucho más competitivo al sumar solo el 3% luxemburgués. Y no es que haya que irse hasta Luxemburgo para comprar el ebook: se hace desde casa y el archivo aparece mágicamente en el Kindle. Comprar ebooks que estaban disponibles en Amazon en tiendas españolas era un acto de “compra consciente”. Algo no tan habitual en momentos de crisis.
Ahora, no obstante, esa diferencia desaparece. Cualquier habitante de España que compre un ebook u otro producto digital a través de Amazon (para los productos físicos todo sigue igual que antes) pagará el 21% de IVA correspondiente al país en el que está. Y aquí aparece la primera pega a un cambio de regulación lleno de buenas intenciones: en según qué países, y España es uno de ellos, el cambio repercutirá sobre el consumidor.
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