La tasa Amazon: cómo afecta al ecommerce la nueva legislación europea del IVA
De aplicar el tipo de IVA del país en el que está el vendedor de un bien digital, se pasa al del comprador. Una medida antimonopolio con mucho espacio para la mejora.
¿Cuál habría sido la solución perfecta?
Había que hacer algo, todos coinciden. ¿El problema? La solución final es de las que arregla unos aspectos mientras estropea otros que estaban más o menos bien. “Al intentar corregir esto de la manera en la que se ha hecho”, explica José Luis Zimmermann, director general de Adigital, “el verdadero perjudicado es la pyme, que con menos recursos se enfrenta a un cambio complejo y que obstaculiza su crecimiento”.
Vale, pero ¿qué se propone a cambio? ¿cuál habría sido una solución mejor? John McCarthy, CEO de Taxamo, explica que el tema es muy “complicado”. “Cuando intentas pensar en una forma mejor de asegurarse de que el impuesto correcto se aplica al consumidor corrececto y que esos fondos se equedan en la autoridad tributaria correcta, es difícil dar con una solución mejor”. McCarthy, que asegura haber estudiado el tema en profundidad, cuenta que “el problema es que hay una dicotomía entre hacer que la norma sea fácil de cumplir, pero también fácil de manipular por los consumidores”, lo que lleva a una tasa de cumplimiento muy baja; y hacer una norma muy estricta “que hace que sea muy difícil de implementar por los comerciantes”, lo que lleva a tasas de cumplimiento también bajas. El reto: encontrar un término medio, algo que intenta la nueva norma.
Detrás de todo esto aparece tímido el debate de fondo: intentar unificar algo que no está unificado es complicado. Marina M. Mangado, de 2709books, habla de “la unificación de los tipos para este tipo de servicios culturales a nivel europeo; y aprovechar esta unificación para elegir un tipo bajo o medio que facilitase el acceso a los contenidos culturales”.
Porque en el caso de los ebooks en España está la otra incongruencia que el cambio en la normativa vuelve a sacar a relucir: el hecho de que los libros físicos tributen un 4%, IVA reducido, y los ebooks un 21% (debido a que, explica Mangado, los ebooks son considerados “comunicación pública”, por lo tanto “prestación de servicios”). Aquí es donde Amazon, claro afectado por la nueva regulación, también se moja. “La visión de Amazon es que el mismo IVA reducido que se aplica a los libros en papel debería aplicarse también a los ebooks”, dicen. “Los clientes esperan que se aplique el mismo tipo de IVA a los ligros físicos y electrónicos, y nosotros estamos de acuerdo con ellos”.
La conclusión general es que la nueva medida va bien encaminada en cuanto a intenciones, pero que el resultado al final crea demasiados quebraderos de cabeza. Habría que ver cuál es el resultado dentro de un par de años, cuando las pymes afectadas se adapten, y si realmente se aumenta la recaudación. Según un informe de la Comisión Europea de octubre de 2014, recuerda Taxamo, en 2012 se perdieron unos 177 billones de euros en ingresos por IVA debido a los agujeros que la legislación anterior dejaba abiertos. El tiempo dirá si esos agujeros han sido tapados.