¿Qué quiere decir esto? Pues que dentro de poco la comercialización del sistema y su uso, más allá de estudios clínicos, será posible, ofreciendo un sistema de visión artificial que mejora a pasos agigantados.
La idea es implantar una matriz de electrodos en el lugar de la retina, de manera que se manden impulsos eléctricos por el nervio óptico, capaces de generar imágenes en el cerebro. En sí funciona igual que la visión natural, pero generando los impulsos electrónicamente.
La parte externa del sistema consiste en unas gafas con una cámara integrada, que envía la imagen a un procesador donde la convierte en señales eléctricas que se envían al implante a través de un sistema inalámbrico colocado cerca del ojo.
El sistema actual es relativamente básico, con unos pocos píxeles, pero en el futuro esperan mejorar su número e incluso añadirle color junto con la intensidad de luz.
Claro que el sistema no está al alcance de muchos, ya que cuesta más de 100.000 dólares, pero se espera que el coste disminuya con su aceptación “masiva”. ¿Llegará el momento en el que los implantes funcionen mejor que el propio ojo humano?
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