La edad no debería ser un factor determinante a la hora de seleccionar talento tecnológico. Pero en la industria todavía existen ciertos estereotipos que condicionan el entorno laboral, por ejemplo, a nivel de desarrollo profesional de los programadores.
Los programadores, al igual que otros profesionales TI, necesitan reciclar continuamente sus conocimientos porque las herramientas con las que trabajan no dejan de evolucionar. Esto provoca que la etapa vital en la que se encuentra cada persona se termine percibiendo como un factor clave. Un padre de familia que tiene que recoger a sus hijos del colegio, a priori, tendría menos tiempo disponible que un recién licenciado.
Así se desprende de un estudio liderado por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) entre programadores de diversas partes del mundo. Los propio encuestados consideran que, a medida que cumplen años, les cuesta más seguir siendo relevantes en su trabajo a pesar de la experiencia acumulada. También muestran dudas sobre sus capacidades mentales y de concentración futuras.
“Ser programador implica estar aprendiendo nuevos lenguajes para seguir siendo relevante en el contexto laboral, lo que requiere mucha concentración mental. Es más, algunos programadores piensan que quizás cuando tengan 50 años no van a tener esa capacidad de concentración”, comenta Andrea Rosales, profesora de Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC.
“En esta industria, se percibe que un programador de más de 35 años es un programador ‘mayor’“, sentencia Rosales. En otras industrias los “trabajadores mayores” son aquellos que superan los 55 años. Las empresas giran en torno a “ideas preconcebidas” y terminan valorando “mucho que los programadores jóvenes sean muy apasionados y muy entusiastas por la tecnología”, por lo que algunas “se aprovechan de estas circunstancias”.
Por otro lado, se configuran ambientes de trabajo específicos enfocados al estilo de vida de los más jóvenes, con oficinas que funcionan como una extensión del hogar donde la comida, los juegos o incluso la fiesta extienden la jornada laboral más allá del horario habitual.
La realidad, sin embargo, es que cada persona es diferente. No todo el mundo envejece de la misma forma. Y los “estereotipos actúan como una trampa, porque quienes se dedican a la programación, aunque sean jóvenes, apasionados y dedicados, también quieren tener una vida propia y es más difícil encajar en la industria si no respondes al estereotipo”, concluye Rosales.
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