Lo que pudo verse en la audiencia del Subcomité de Asuntos Gubernamentales y Seguridad Nacional del Senado de EEUU el 21 de mayo de este año fue, cuanto menos de vergüenza ajena. Pocas veces se ha mostrado mayor desvergüenza y sumisión por parte de algunos miembros del Senado, como Rand Paul y Ron Johnson, que no sólo veían bien que Apple pague menos impuestos que otras, sino que también preguntarles por ello era casi una ofensa y alegaban que el Senado debía disculparse.
No es para menos, con beneficios de miles de millones de dólares y siendo el “orgullo” de EEUU, Tim Cook sabe que puede presentarse frente a cualquier comité de investigación y que no le pase absolutamente nada. Ya no sólo por su increíble “supuesto” poder de untamiento, sino también por situaciones tan pintorescas que se producen en EEUU (y en España) como que no se puede condenar a bancos o sus ejecutivos, porque desestabilizaría la economía.
En el caso de Apple, EEUU no puede permitirse “cabrear” a su gallina de los huevos de oro, ya que aunque pague unos impuestos irrisorios con respecto a sus beneficios, mueve una cantidad de trabajo e infraestructuras brutal. Y aunque otras muchas multinacionales hacen lo mismo, también “supuestamente”, el caso de Apple es el más escandaloso y aún más recalcitrante, ya que su habilidad para “defraudar” es mucho mayor que las demás, sólo superada por su propia capacidad legal de demandas.
Total, que ahora la Comisión Europea nos viene con el cuento chino de que van a tomar medidas para acabar con estas prácticas, de sobra conocidas, aunque claro, primero tienen que ver si se producen. Aunque es algo fácilmente demostrable con datos contables que te empapelarían por los siglos de los siglos si se tratara de una persona física, en el caso de una gran empresa parece que todo vale, porque luego faltan datos, prescriben cosas, nunca se pueden demostrar, no son ilegales (aunque sean amorales) y finalmente no se toman medidas de ningún tipo, dejando que las cosas sigan su curso.
Hablamos de ganancias que en algunos casos superan el PIB de países enteros, y cuyos impuestos teóricos en nuestro país llegan al 30 % para multinacionales. Empresas que luego utilizan la “reestructuración fiscal” para no sólo pagar menos, incluso tener declaraciones a devolver.
La cosa no se queda sólo ahí, en sus paraísos fiscales como Irlanda, donde deberían pagar un 12,5 %, finalmente no pagan ni eso. Parece que sólo un 2 % gracias a acuerdos especiales, que en las cuentas existen, pero que luego en las declaraciones niegan usando entelequias fiscales de sobra conocidas por los políticos y que pudimos ver de obra y gracia de Tim Cook ante el Senado. Un donde dije digo digo Diego de manual, donde sólo faltó que los asistentes le lanzaran fajos de billetes a la cara para que les bendijera sus iProductos…
Total, que no sólo se investiga y persigue al ciudadano con minucias, también a las PYMES que tanto se dice que se protege, para luego permitir tales escándalos fiscales que dejan lo de Bárcenas en un hurto en un puesto de gominolas… Que sí, que podemos empezar con el “y ellos también” de Google, Microsoft, Samsung, etc… pero eso al final no soluciona nada.
Al menos, resultaría agradable que cuando nos roban nos lo dijeran directamente, sin tapujos ni cinismos. Que la Comisión Europea no nos tratara como imbéciles y no anunciaran que van a investigar una situación que se conoce desde hace años, con leyes fiscales especialmente diseñadas para facilitar estas prácticas, y que pretenden acabar con algo que no tienen ni la más mínima intención de cambiar.
¿Cuándo empezaremos a dejar de sentir “orgullo” por empresas que cobran sus productos sacando mayores beneficios que otros sectores, defraudando y patentando tecnología con la mera intención de apropiarse de ellas para poderle sacar tajada en lugar de fomentar la innovación? ¿Cuándo empezaremos a darnos cuenta de que decir “investigación de fraude fiscal” significa buscar como pueden seguir haciendo lo mismo pero sin que resulte tan rematadamente evidente?
Quizás es la hora de apostar por productos de marcas menos conocidas, que posiblemente al final son más baratos y seguramente con unas prácticas fiscales y morales mucho más acertadas, tanto para el bien de la sociedad en su conjunto como para el bolsillo de cada uno de nosotros.
Pero supongo que nada de esto va a cambiar, así que con el permiso de Ernesto Sevilla le dedico a cada uno de los ejecutivos de grandes multinacionales que defraudan a sus anchas y políticos de EEUU y la Unión Europea que permiten todo esto, unas palabras que posiblemente sintetizan lo que muchos pensamos de este asunto:
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