Durante el pasado CES, la Consumer Technology Association hizo públicos los siguientes datos: Si en 2019 los ingresos por envíos de dispositivos de monitorización digital de salud alcanzaron los 365 millones de dólares en EE.UU., se que este año lleguen a 845 millones y, en 2024, a 1.246 millones.
Relojes inteligentes que monitorizan nuestra presión arterial, aplicaciones para controlar nuestro peso, camisetas que miden la frecuencia cardiaca, etc.
La pandemia del COVID19, sin duda, ha multiplicado vertiginosamente la introducción de todo este tipo de dispositivos y aplicaciones, tal vez la demostración más popular de la llamada salud digital.
“Los consumidores queremos controlar nuestra propia salud, ya sea rastreando nuestras actividades diarias usando un reloj inteligente o una pulsera de fitness o administrando nuestra comida o ingesta de agua mediante una aplicación en el teléfono”, señaló Lesley Rorhbaugh, directora de investigación de la CTA, durante el evento.
Una reflexión que refrendaban, hace unos días, en la mesa redonda online sobre innovación en salud organizada Oryon Universal varios expertos del ámbito de la innovación sanitaria.
Así, “la COVID19 ha sido un revulsivo que ha hecho acelerar los procesos y se ha convertido en una oportunidad”, aseguraba Salomé de Cambra, cofundadora de WA4STEAM.
El distanciamiento social, por ejemplo, al que ha obligado la pandemia ha funcionado también como acelerador de esta tendencia, en la opinión de Josep Cardona, CEO de Onalabs: “El hecho de permitir visitas no presenciales evitando a los sanitarios tener que ir a los domicilios con tanta frecuencia y disminuir el uso de EPIs se está valorando muy positivamente”.
Para Cardona, “de no ser por la pandemia habría llevado muchos años poner el concepto de salud digital en el primer plano que ahora ocupa”.
El enorme avance que la crisis del coronavirus ha provocado en la adopción de la salud digital nos marca lo que, a todas luces, veremos y viviremos en apenas unos años.
Concretamente, la consultora Deloitte hacía públicas recientemente sus cinco predicciones sobre el sector de la salud para 2025 y, al analizarlas, vemos cómo la digitalización es el denominador común de todas ellas.
Para Deloitte como decimos, en esa fecha, el hogar será el lugar habitual para el cuidado/seguimiento rutinario de la salud; los hospitales estarán reservados para el tratamiento especializado, traumatología y emergencias; muchos de los contactos médico-paciente se realizarán de manera virtual y serán informados con evidencias del entorno real; más del 70% de los españoles realizarán una consulta por conexión video; y los individuos estarán mejor informados sobre su perfil genético, su salud actual y posibles enfermedades futuras.
Unas predicciones que Fernando Ochoa, CEO de Meeting Campus, valoraba al afirmar la evidencia de que “la telemedicina ya no es una tendencia ni un futuro sino el presente”.
Ochoa resaltó además la revolución que ha significado la aparición de nuevos factores tecnológicos en lo que a formación sanitaria se refiere, “existe un boom exponencial en toda la educación y congresos de medicina vía online que incluyen innovaciones tan útiles en este sector como la realidad aumentada, la realidad virtual o el big data”.
Pero además, durante la jornada, se analizó también cómo los ciudadanos son cada vez menos reacios a utilizar nuevas herramientas y soluciones digitales relacionadas con la salud.
Una mayor apertura que tiene mucho que ver con el propio cambio generacional que hace que, poco a poco, se vaya perdiendo el miedo inicial que podía existir respecto a cualquier tipo de innovación digital en el ámbito sanitario.
Aunque “ya existían muchas soluciones en el campo de salud e innovación, la gente era bastante reacia a probarlas porque no las entendía, quizá por un problema de educación”, señalaba Aline Noizet, CIO en Barcelona Health Hub, sin embargo “la covid ha forzado a las personas probar estas soluciones y ahora está mucho más abierta a su uso”.
Un debate en el que se puso de ejemplo el propio desarrollo en tiempo récord de las vacunas contra el COVID, una muestra clara de cómo la innovación en salud existe, se ha acelerado y es más necesaria que nunca.
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