El programa de investigación y desarrollo encaminado a conseguir este ordenador cuántico se bautizó de manera muy descriptiva como “Penetrar en Objetivos Difíciles” y supondría la participación de la NSA en una carrera en la que también participan iniciativas civiles de distintas comunidades científicas, siendo las más adelantadas las que proceden del ámbito académico de Estados Unidos de América, la Unión Europea o Suiza, aunque como explica Scott Aaronson, profesor de Ingeniería Eléctrica del MIT, parece improbable que los esfuerzos de la NSA estuvieran más adelantados que los del resto de la comunidad científica mundial y especialmente que no hubieran trascendido dichos avances.
Los documentos indicarían también que todos los trabajos en este campo se llevan a cabo en salas especialmente aisladas, a modo de jaulas de Faraday, que las mantiene completamente aisladas de cualquier interferencia electromagnética exterior al mismo tiempo que se impide la salida de ninguna señal, algo necesario para mantener adecuadamente los experimentos cuánticos.
Básicamente la computación cuántica se basa en que a diferencia de los ordenadores tradicionales en que la información usa bits binarios que o bien están activados o bien desactivados (cero o uno) un ordenador cuántico usaría bits cuánticos o qubits (por “quantum bit”, en inglés) que serían simultáneamente cero y uno. Parece complicado de entender y efectivamente lo es, pero como decía Richard Fenynman, pionero de la computación cuántica ganador del premio Nobel, “si crees que entiendes la mecánica cuántica es que no entiendes la mecánica cuántica”.
Emplear esta técnica en computación permitiría evitar los cálculos innecesarios para resolver un problema matemático, sería algo así como buscar un atajo entre todas las respuestas erróneas a un problema para dirigirse directamente a la solución correcta. El problema para conseguirlo radica en la dificultad para construir un ordenador de este tipo puesto que habría que tener en cuenta partes del mismo consistente en un único átomo, un fotón o un electrón, que deberían además estar completa y absolutamente aislados de su entorno dado que (recordemos el principios de incertidumbre) cualquier alteración externa invalidaría el resultado del cálculo, como recuerda Daniel Lidar, profesor de Infenieria Electrónica del Centro para Información, Ciencia y Tecnología Cuántica de la Universidad del Sur de California.
Un ordenador cuántico sería capaz de vencer la codificación RSA, la más potente existente y que se emplea en la actualidad en Internet para proteger las transacciones bancarias y financieras, teniendo como base la factoría acción del producto de números primos largos que necesitarían para ser calculados de un tiempo de cómputo inasumible para un ordenador convencional. Como ejemplo en 2009 se logró descubrir estos números para una clave de 768 bits pero hizo falta dos años de trabajo y cientos de ordenadores. La clave RSA más habitual, de 1024 bits necesitaría mil veces más tiempo para quedar desactivada. Incluso la de 2048 bits que ya comienza a emplearse podría desmoronarse rápidamente ante un ordenador cuántico.
Pero de momento podemos estar tranquilos puesto que como recuerda Jeff Forshaw, profesor de la Universidad de Manchester, no es previsible que al menos en los próximos cinco años se produzcan avances significativos en este campo capaces de hacer posible de manera inminente un ordenador de este tipo y, por tanto, poner esta poderosa arma en manos de la NSA aunque también deberíamos ser conscientes de que el hecho de que ya estén trabajando en ello y además con ese presupuesto cercano a los 80 millones de dólares debería empezar a preocuparnos hoy.
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Girará en torno a tres temáticas: desinformación, contrainteligencia y credenciales expuestas.
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