El mayor problema de las revelaciones que acaban de conocerse sobre la sistemática monitorización por parte de la NSA de hasta 35 gobiernos sería el incidente diplomático que ello ocasiona, pues muchos de estos países son aliados.
Hasta ahora las diversas revelaciones que hemos ido conociendo a raíz de que hace unos meses Edward Snowden, exanalista de la NSA, revelase el entramado de espionaje de la agencia de inteligencia estadounidense. Las primeras informaciones filtradas se referían al espionaje dirigido hacia los ciudadanos, posteriormente conocimos que no era únicamente Estados Unidos quien mantenía esta vigilancia sobre las comunicaciones electrónicas. Estaríamos ahora frente a una tercera fase en la que se habría extendido esa vigilancia no a ciudadanos “de a pie” sino a los líderes de sus países.
Mientras tanto Caitlin Hayden, portavoz de seguridad de la Casa Blanca, ha declarado en una comparecencia oficial que “Estados Unidos no está monitorizando y no monitorizará las comunicaciones de la canciller Merkel, más allá de lo cual no estoy en posición de comentar públicamente actividades específicas de la actividad de las agencias de inteligencia”.
El documento que había salido a la luz tuvo su origen en el segundo mandato de George W. Bush mientras Condoleeza Rice era secretaria de estado y Donald Rumsfeld afrontaba sus últimos meses como secretario de defensa. Angela Merkel habría sabido de la vigilancia a la que estaban siendo sometidas sus comunicaciones tras haber tenido acceso a un documento confidencial procedente de los servicios de inteligencia USA en el que figuraba su número de teléfono móvil, lo que habría motivado que la propia Merkel se pusiera en contacto telefónico con Barack Obama a fin de solicitarle que la vigilancia telefónica se ajuste a la legalidad, especialmente teniendo en cuenta la relación de cooperación entre ambos gobiernos.
El seguimiento de las llamadas telefónicas de Angela Merkel por la NSA habría comenzado en 1999, en cuanto accedió al poder, y habría continuado hasta la actualidad.
El teléfono ha servido también esta semana para que Obama y el presidente francés François Hollande mantuvieran una conversación acerca del mismo tema debido a que Le Monde también se habría hecho eco de más de 70.000 grabaciones telefónicas que la NSA habría realizado a ciudadanos franceses en un período de tan solo 30 días.
La situación habría llegado a un punto en el que en el seno de la Comisión Europea se estaría preparando una propuesta dirigida a obligar a que las empresas estadounidenses tuvieran la obligación de contar con la debida autorización antes de comunicar datos de ciudadanos europeos a las agencias de inteligencia estadounidenses.
Las conversaciones telefónicas de los líderes de estos 35 países habrían podido intervenirse tras comunicarse a la Agencia Nacional de Seguridad los números de teléfono por parte de un oficial de otro departamento gubernamental.
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