Sendos contratos de 2.600 y 4.200 millones de dólares anuales han firmado respectivamente Space X y Boeing para encargarse a partir de 2017 del transporte de astronautas y carga hasta la ISS.
Cuando en julio de 2011 se retiró de funcionamiento al Atlantis quedó concluido el programa de transbordadores de la NASA, gran éxito de la administración aeroespacial estadounidense durante 30 años empañado tan solo por las trágicas explosiones del Columbia y el Challenger, en las que murió toda la tripulación.
Dada la precariedad presupuestaria de la NASA, que no permitía tener listo un nuevo transbordador que sustituyese de inmediato a los jubilados transbordadores se decidió recurrir a la industria privada y así es como Space X y Boeing han ganado el concurso convocado por la NASA para el suministro de tan importante pieza, esencial para mantener de forma continua presencia humana en el órbita.
Ambas empresas representan las dos caras de la industria aeroespacial privada. Mientras Boeing atesora una larga trayectoria vinculada a la aviación civil y militar Space X es el resultado del empeño personal de una emergente figura surgida a la sombra de las nuevas tecnologías, un individuo casi merecedor de ser considerado como un Tony Stark (IronMan) del mundo real. Se trata de Elon Musk, fundador de PayPal, creador de la exitosa marca de automóviles eléctricos Tesla y desde hace 12 años poseedor también de su propia empresa de naves espaciales. Casi nada.
La nave desarrollada por la empresa de Musk, el Dragon Version 2, es capaz de transportar hasta siete pasajeros (en las Soyuz sólo podían acomodarse tres) por lo que se amplía también la cantidad de carga que puede llegar en un solo viaje a la ISS.
Ahora queda por delante un largo y minucioso proceso de revisión y certificación por parte de la NASA de los vehículos de ambas empresas privadas hasta que comiencen a ponerse en servicio pero con ello no finalizará todo. Ambos candidatos deberán continuar evolucionando hasta cumplir completamente todos los requisitos del organismo espacial USA puesto que uno de los dos será finalmente quien se alce con el “premio gordo”: convertirse en el suministrador definitivo para la NASA de la siguiente generación de transbordadores espaciales.
vINQulo
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