Fangoria, Bigott, Brian Cross, Chila Lynn y la eurovisiva Loreen dieron anoche la nota (musical) en la sala La Riviera para celebrar el lanzamiento de Deezer en España. Tras solventar algún que otro contratiempo, como buscar una ubicación sustituta a la madrileña plaza de toros de Las Ventas y su malograda cubierta, que no pasó las pruebas de carga pertinentes, este portal de música en streaming ha dejado claro que llega para asentar raíces. Por una parte, ofrece un catálogo con 200 millones de pistas procedentes de las 4 principales discográficas más otros 200 sellos independientes, capaz de satisfacer múltiples gustos y sensibilidades. Y, por la otra, viene avalado por una base de usuarios que supera los 26 millones de registros en países de los cinco continentes.
Deezer, que se presenta con la coletilla de primer servicio de música en streaming verdaderamente global sin publicidad, ofrece tres opciones de suscripción diferentes a la comunicad española. De partida, se puede utilizar durante todo un año de manera gratuita, aunque soportando la interferencia de anuncios, o bien pagar 4,99 euros al mes para escuchar, compartir y descubrir canciones, álbumes y listas de reproducción de manera ilimitada con recomendaciones personalizadas en el ordenador portátil o de sobremesa, que serán 9,99 euros si se desea acceder al catálogo completo desde cualquier soporte, de PC a smartphone y tableta, pasando por cadena HiFi y autorradio, sin necesidad de estar conectado a Internet. La más sencilla de las ofertas de pago se conoce por el nombre de Deezer Premium y, la otra, como Deezer Premium+. La gratuita, bautizada como Discovery, pasa a ser limitada a 2 horas mensuales al cabo de los doce primeros meses.
Para convencer a los novatos, Deezer ha creado asimismo una prueba gratuita que da acceso durante 15 días a todas las ventajas de las ofertas Premium si se activa la cuenta en el móvil. Y es que las opciones del mundo online, tanto para consumidores como para creadores, son prácticamente infinitas. Y los riesgos también. La empresa francesa busca medrar en un mercado que no existía hace tan sólo unos años y que, como daño colateral, ha reducido de forma brutal los beneficios del tradicional modelo de distribución de contenidos. Según datos de la asociación de productores Promusicae, las ventas de discos físicos en España se han desmoronado un 9% durante 2012, en lo que es ya su undécimo año consecutivo de contracción. En concreto, sólo se han conseguido colocar 12 millones de unidades de enero a diciembre, que es un 7,9% menos en relación a los 13,1 millones de discos del curso anterior, y se han gastado 141 millones de euros, lo que supone una bajada del 5,08% respecto a los 148,6 millones de 2011 y un batacazo del 77,5% frente a los 626 millones del primer ejercicio del siglo.
Servicios de pago vs descargas ilegales
Ni siquiera la apuesta de los más sentimentales por el formato vinilo parece capaz de marcar la diferencia, ya que de los 141.000 LPs despachados en 2011 se ha pasado a los 135.000, esto es, un volumen de ventas interanual un 4,3% inferior. El presidente de Promusicae, Antonio Guisasola, encuentra un claro culpable: las descargas ilegales. “Los datos, siempre tan tozudos, vuelven desgraciadamente a confirmar que las descargas ilegales siguen constituyendo un expolio continuado e impune en España”, asevera. “La Ley Sinde era insuficiente al no contemplar las redes P2P y ni siquiera se aplica con rigor un año después. Internet sigue siendo una anarquía al sur de los Pirineos y los poderes públicos continúan despreciando la cultura como tejido industrial y elemento difusor de esa marca España con la que tanto se les llena la boca. Todo ello explica que el crecimiento de las descargas legales de música en España esté muy por debajo de la media europea”.
Las críticas no son nuevas. Puede que la evolución en los modos de compartir música haya pisado el acelerador, pero el ya mítico programa de intercambio de música en formato mp3 Napster recibió una histórica demanda del no menos famoso grupo heavy Metallica por “traficar con mercancías robadas”. Tras una serie de acusaciones cruzadas, fans desencantados y el bloqueo de las contraseñas de más de 35.000 usuarios proporcionadas por el propio batería Lars Ulrich, el conflicto acabó afectando la imagen de la banda y arruinando a los de Sean Parker. Ahora ya no existe Napster, pero sí que hay otras opciones para disfrutar de canciones en formato digital que, con un volumen de 48,3 millones de euros, representan ya el 34% de las ventas totales de música en nuestro país. Puede que este sector no alcance los niveles de países como Estados Unidos, donde el 55% de la música se adquiere actualmente a través de Internet, pero va avanzado pasito a pasito y durante los últimos doce meses ha repuntado un 4,1%.
Por ejemplo, los servicios mensuales de suscripción donde toda la música se encuentra a un sólo clic de ratón, entre los que el más conocido en España tal vez sea el modelo Premium de Spotify, han crecido de forma significativa durante el último año, desde los 9,5 a los 18,5 millones. Lo han hecho a costa de las modalidades de streaming financiadas mediante publicidad, como el propio Spotify Free o YouTube, o incluso aquellos otros productos que han sido diseñados específicamente para móviles, como los tonos o ringbacktones.Y es que la compañía sueca, que lleva en activo desde 2008, es el rival a batir por sus rivales debido a la imagen de marca que se ha forjado en buena parte del mercado europeo y en Estados Unidos, donde hace unos meses entró en competencia directa con Pandora.
Otro nombre destacado es Rdio que también ha acabado en la web porque, al igual que Deezer o el mismísimo Spotify, se ha dado cuenta de que para algunos usuarios es mucho más atractivo este modelo de acceso que la aplicación original. Eso por no hablar de alternativas como iTunes, Rara, Biit, Goear, TheSixtyOne, Musicovery, Muziic, los servicios de las operadoras, tipo Sonora, o la propia apuesta de la industria, Music Unlimited. Sea cual sea la plataforma elegida por cada usuario, lo cierto es que se ha creado una oportunidad de negocio donde no la había y por fin se están ofreciendo opciones de entretenimiento por las que los usuarios están dispuestos a pagar y por los que los artistas se llevan un pellizco de los beneficios.
¿Jaque mate al CD?
Lo que queda por demostrar, con la vuelta del empresario Kim Dotcom a caballo de un exitoso Mega, un Grooveshark que sobrevive como audioteca indeleble a pesar de las disputas legales con Universal, Sony, Warner y EMI por utilizar sin consentimiento contenidos de su propiedad, un Bandcamp que permite a las bandas crear su propia página, fijar precios, vender sus composiciones y reproducir sus temas desde la web, y un mercado musical feroz cada vez más competitivo, es si los servicios de reproducción en streaming a través de Internet son la solución definitiva a los acuciantes problemas de la industria o tan sólo un capítulo más de la revolución de los mp3 en el cambiante libro de historia de la música.
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